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M i r e sid e n c ia en S a n l ú c a r d e B a r r a m e d a e n 1 8 9 3 1 9 7 último Capítulo General celebrado en Roma en 1884 y, casi clandestinamente, circula entre los religiosos. Lentamente se va preparando el camino para llegar al indicado fin. Se trabaja para que no sean elegidos Superiores aquellos religiosos que se sabe no están dispuestos a secundar estas miras. Son removidos cuidadosamente de sus oficios los frailes opuestos a las innovaciones anheladas por los Superiores Generales. Se restringe cuanto es posible la libertad de los Capítulos Provinciales; se difiere o impide su celebración; se limita el número de vocales de varios modos, mayormente, confiriendo aun mismo sujeto cargos incompatibles y oficios que dan voto en Capítulo; las leyes que no permiten la elección más que para un trienio se dispensan fácil y frecuentemente y, muchos Provinciales, Definidores y Guardianes duran no sólo dos trienios, sino también tres o cuatro con gran detrimento de la disciplina regular. Poco a poco, cautivados por el amor de las dignidades y de laautoridad, pierden el espíritu deobediencia, sevuelven ambiciosos, tibios y soberbios. En habiendo sido Superiores durante seis, nueve, doce años, se les hace muy duro obedecer y estar privados de las comodidades de que disfrutaban en la prelacia. Por eso, se valen de todos los medios para ejercer siempre alguna autoridad y no perder nunca del todo los honores y ventajas a ella anejas. Así es como los Superiores Generales preparan el camino para cambiar, radicalmente, la forma de gobierno de nuestra Orden. Esta es la clave verdadera que explica y hace entender ciertos hechos que, de otro modo, son increíbles e incomprensibles. Los Superiores Generales se proponen hacer una gran revolución y, para lograrla, todo lo ensayan, sin cuidarse gran cosa de la honestidad de los medios para lograr el fin deseado, como lo demuestra la deplorable experiencia. De aquí dimanan las perturbaciones de los religiosos, la lucha entre los súbditos y Superiores, las discordias, las contiendas, envidias, animosidades, calumnias y otras obras de la carne que excluyen del Reino de Dios” . “Nuestros Padres, autores de nuestras Constituciones, nos dieron este sabio y saludable consejo: ‘Rogamos a nuestros hermanos que en tiempo alguno muden las presentes Constituciones hechas con gran consejo y
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