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1 9 4 C a p ít u lo X I I “Las leyes de la Iglesia y de nuestra Orden sobre la recepción y profesión de novicios, no siempre seguardan. Por esta causa ha habido y hay sospechas sobre la validez y liceidad [sic] de ciertas recepciones y profesiones, y también sospechas de simonía cometida en la profesión de algunos novicios” . “Las leyes de la Iglesia y de nuestra Orden sobre la corrección y la expulsión de los religiosos, no se guardan: y en esta materia se han cometido las mayores injusticias”. “Las leyes de nuestra Orden tocantes a la elección de los lugares donde deben edificarse los conventos, de la aceptación de los mismos, de su instauración y reparación, no se guardan De aquí han provenido grandes perturbaciones entre los religiosos a causa de la excesivamente grande cantidad de dinero gastada inútilmente en diversos tiempos y lugares, especialmente, en las Provincias de Aragón y Castilla: gastos del todo inútiles y escandalosos reprobados ya por la Regla, ya por las declaraciones de los S. Pontífices Nicolás III y Clemente V, recibidas de manera especial por nuestra Orden y reprobadas y condenadas muchas veces por nuestras Constituciones peculiares como radical y absolutamente contrarias al voto de altísima pobreza” . “Siendo esto así, no esde admirar que los Capuchinos españoles lleven una vida tan perturbada y agitada. No son leyes de poca importancia las inobservadas, sino leyes de la mayor gravedad las que se vilipendian; y esto no sólo por religiosos particulares, sino también por muchos superiores, mayormente Provinciales y Generales. Una cosa manda la ley y otra mandan los Superiores, de aquí lacontienda entre los religiosos. Los Superiores afirman a veces que están autorizados por la Santa Sede para hacer lo que hacen. Pero como el texto de la concesión no se hace público y, por otra parte seanotorio atodos que lamisma Regla les quita la facultad, aun a los Superiores Generales, de mandar algo contrario a la misma Regla o al provecho espiritual de los religiosos, de aquí es que muchos no creen a los Superiores. Tienen presente que nuestras Constituciones, clara y terminante, afirman que la Orden franciscano- capuchina renuncia para siempre todo privilegio de la Sede Apostólica

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