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1 8 8 C a p it u l o X I I noviciado y de estud ios a jóv en e s menores de veinte y tres años; presentó para Ordenes mayores a jóvenes impedidos por impedimentos canónicos; no cuidó de instru ir y educar a los jóvenes con arreglo a las leyes de la Orden y de la Iglesia; nombró para profesores de teología y filosofía a relig iosos que nunca habían estud iado estas facultades: p ro feso r hubo que iba a casas de p rostitución desde el año 1884; y esto lo sabía el M inistro Provincial desde agosto de 1884 por un hecho que le denunciara el Sr. Obispo de Santander al mismo P. Joaquín de L le v an e ra s que en to n c e s e ra to d av ía C om isa rio A po stó lico ; la violación del sigilo sacramental y algunos casos de simonía agravaron no tab lemen te las d iscord ias de los frailes” . “ F in a lm en te p a ra que t a n to s e s c á n d a lo s fu e ran d ign am en te coronados, el mismo P Joaqu ín de Llevaneras, M inistro Provincial, por su prop ia au toridad , estableció el Com isariato Apostólico abolido por Decreto de la S. Congregación en febrero de 1885, nombró un Vice Com isario, p reparó el v iaje para v isitar las M isiones de América y envió una relación de todo a la S. Congregación en documentos firmados como Com isario y sellados con el sello del Comisariato. Estos docum en tos fueron rem itidos al P rocu rado r General y éste los puso en conocim ien to del M inistro General” . “Entonces el Ministro General, inmediatamente, sin demora, vino a España. Vio entonces con sus ojos que era verdad todo cuanto se había dicho contra el Ministro Provincial: muchas veces echó en cara a los frailes españoles su ignorancia de las leyes de la Orden; se quejó en gran manera de su inobservancia; confesó que estaba completamente caída la disciplina regular para la educación de los novicios y de los escolares; destituyó inmediatamente los Guardianes y profesores sacerdotes menores de veinte y tres años, ignorantes y desprovistos de virtud y mandó se dedicaran al estudio: en una palabra, vio con sus ojos y palpó con sus manos que eran justísimas las quejas de los religiosos contra el gobierno del Provincial, y contra la vida y costumbres del mismo Provincial que se había despedido de todas las obligaciones del estado religioso. Vio los vejámenes de que eran víctimas todos los religiosos que con santo celo

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