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M i r e sid e n c ia e n S a n l ú c a r d e B a r r a m e d a e n 1 8 9 3 1 8 3 debe tener el sacerdo te según las leyes de la Iglesia. Todo esto sucedió en los años 1878 y 1879” . “El P Joaquín de Llevaneras fue uno de aquellos religiosos que lucharon más bien contra el Comisario que contra el Comisariato; tal es el religioso que en marzo de 1881 fue elegido Comisario Apostólico: como se ve, religioso demasiado joven, sin ciencia, sin virtud, esto es, del todo indigno según los cánones y leyes divinas, pues cuando se trata de la provisión de oficios que tienen aneja cura de almas, no basta elegir los dignos, sino que han de ser elegidos los más dignos y esto bajo pena de pecado grave, como consta por la doctrina enseñada unánimemente por todos los teólogos. ¿Qué ha de pensarse pues de la elección de los indignos?, ¿qué ha de pensarse de la elección de que aquí se trata?” . “Po r esta causa la elección del P Joaqu ín de L levaneras fue vista con asombro, y hasta con escándalo po r todo s los Capuchinos de España. Los Superiores mayores de nuestra Orden propusieron el P. Joaquín a la S. Congregación de Obispos y Regu lares engañados por el P. Estanislao de Reus, compañero y cómplice de cuan to se ha dicho sob re el P. Jo aqu ín de L levane ras, el cual engañó tam b ién al P. Francisco de Viana, Comisario Provincial de Navarra, a quien prometió el Com isariato Apostó lico si le daba facultad para ir a Roma. Vese por lo dicho cuán peligroso es elegir los Superio res desen tend iéndose de la norma prescrita por los sag rados cánones y las leyes de nuestra Orden. Si se hubiera respetado no se habría hecho semejante elección. Muchos relig iosos no vacilaron en censu ra r la negligencia e incuria de los Superio res mayores; o tro s los acusaron de cómplices diciendo que habían elegido semejante relig ioso para tan elevado cargo, para que las d iscordias en tre no so tro s fueran cada día mayores, para tener mayor p retex to de trabajar por la supresión del Com isariato” . “No queremos dar nuestro parecer sobre esto. Pero no puede dudarse que la elección del P. Joaquín de Llevaneras fue anticanónica en absoluto Primero, por defecto de edad; segundo, por defecto de ciencia; tercero, por defecto de virtud. Tampoco puede dudarse que los Superiores mayores debieron haber obrado con más cautela y prudencia informándose con

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