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M i r e sid e n c ia e n S a n l ú c a r d e B a r r a m e d a EN 1 8 9 3 1 7 9 El documento copiado pone muy en claro la perniciosa influencia que desde Roma ejercía sobre los Capuchinos de España el R José Calasanz de Llevaneras ¿Quién era el religioso que en Roma interceptaba la correspondencia de los frailes españoles y les contestaba en nombre del Ministro General sin saber nada el Ministro General?. ¿Quién era sino él?. ¿Quién era sino él, quien comunicaba a su hermano Joaquín cuanto se escribía a Roma sobre las cosas de España?. ¿Y por qué se gloriaba Joaquín de Llevaneras de que él solo era creído y de que podía hacer lo que le daba la gana (y lo hacía), sino porque tenía en Roma, en la misma Curia Generalicia, a su hermano José Calasanz que abogaba siempre por él?. Mi opinión ha sido siempre que, desde fines de 1883, el R José Calasanz de Llevaneras ha sido el gran perturbador, el gran azote de los Capuchinos de España y los sucesos que estamos refiriendo elevan mi opinión a certeza. Cuando estaba yo en Aix, el P. Vicario del convento dijo un día ante todos los frailes, sin que nadie lo contradijera: “El daño que el P. Bruno ha hecho a esta Provincia lo está haciendo ahora a toda la O rden” . No se habían o lv idado en la Provincia de Lión los tra sto rno s que en ella había causado , las d iscordias que en ella había sembrado, los benem éritos relig iosos que había ahuyen tado de la Provincia y los gravísimos d isgustos que causa con la publicación de la co rrespondencia reservada del M in istro Provincial, el P. Leoncio, de la que se apoderó en cuanto éste murió. Y digo yo también: el daño que el P. Bruno hizo a la Provincia de Lión lo ha hecho a las de España el P. José Calasanz de Llevaneras. S igam o s h is to ria n d o . A fine s de d ic iem b re de 1892 fu im o s destinados, el P. Bernabé y yo al conven to de Sanlúcar de Barrameda donde llegamos el día dos o tres de enero de 1893. A los pocos días llegó el G ua rd ián , Fr. E du a rdo de Pego , uno de los p rinc ipales confidentes de los Llevaneras. Venía del tea tro de los acontecim ientos y había p resen c iado el sim u lacro de lo que se llamó elecciones. Confirmó y amplió de palabra las no ticias que, ya po r escrito , había comunicado sobre los atropellos e ilegalidades cometidas po r el P José Calasanz de Llevaneras y, lamen tándose de estas mismas cosas,

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