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M i r e sid e n c ia en A k , a n t ig u a c a p it a l d e l a P r o v e n z a 1 6 9 enviado el P. Pío de Langonia, residente en Roma, como uno de los secretarios del P Procurador General. Pero la gran dificultad estaba en las cartas que el P Bruno había escrito al P. Hilario y a sus compañeros animándolos a trabajar en pro de los hermanos legos y en con tra del D ecreto expoliador. ¿Cómo era posible condenar a los relig io so s que apoyado s en d ichas ca rtas gestionaban la devolución de un derecho injustamente arrebatado? Todo lo a llana la p e rv e rs id a d hum ana In s tru id o p o r la C u ria Generalicia, el primer paso que dio el P. Pío de Langonia fue hablar a solas con el P Hilario e inducirle a que le en tregara las cartas del P Bruno. Resistióse al principio, pero fueron tan ta s las promesas y seguridades que le dio el P. Pío, que el buen P Hilario se las entregó sin maliciarse, ¿cómo se lo iba de imaginar la mala partida que le iban a jugar? Recogidas las cartas, se señaló día y hora del ju icio ; constitu ido el Tribunal, presen tes los reos e in terrogados, el P. Hilario alegó en su defensa las cartas del Procurador General. Invitado a que las presentara con testó que se las había en tregado al P Pío que era precisamente el que actuaba de Juez como apoderado del M inistro General. Negó el P. Pío de Longania tene r las cartas de referencia; insistió el P. Hilario, insistió también el P. Pío; resu ltado : el P. Pío leyó la sentencia que en Roma le habían dado, de modo que no fue a Chamberí para ju zg a r, sino para condenar, el P. Hilario fue privado del títu lo de Doctor, de voz activa y pasiva y de cuan tos privilegios le habían sido concedidos por la Orden; los demás fueron castigados con penas parecidas y me parece que alguno de ellos fue expulsado de la Provincia po r algún tiempo. Uno de los condenados vino a Aix, estuvo dos o tres días, paseé con él, so ltó algunas exp resiones encam inadas a explorarme, recue rdo que me excusé a legando mi ex tran je ría ; pero como yo entonces ignoraba lo que acababa de ocurrir, no comprendí por el momento el sentido genuino de las expresiones: lo comprendí después. No sabe uno a quién condenar con mayor severidad, si al Procurador General que aprueba y alienta el recu rso con tra el D ecreto expoliador

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