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M i r e sid e n c ia e n A d í , a n t ig u a c a p it a l d e l a P r o v e n z a 1 6 5 que a su juicio era censurable y a oír mis explicaciones. ¿Por qué no lo hizo? Él lo sabrá, pero que obró contra toda razón y justicia, contra las leyes de la Iglesia es indiscutible. Este proceder me deshonraba a mí y acreditaba la añeja calumnia de que yo era hombre de malas doctrinas. De aquí mi disgusto y mi resentimiento. Me confirmé más en la creencia de que la Curia Generalicia no me quería bien, que seguía siéndome hostil y que había empeño en hacerme pasar po r hombre de malas doctrinas. Las leyes de la Iglesia sobre la prev ia censura de libros no sólo le aseguran al au to r el derecho de ser o ído po r los censores, que al fin son hombres falibles lo mismo que el au to r, sino también el derecho de que se le concedan o tros censo res y, más todavía, si tiene justo motivo para sospechar que los censo res no le son im parciales Éste era precisamente mi caso. El P. Ferm ín de Centellas era enem igo mío y p ropagaba que yo era hombre de malas doctrinas. Del P. Aurillac no puedo decir o tro tan to , pero como había oído hablar muy mal de mí, había oído asegurar que yo era liberal, es natural estuviera ya prevenido con tra mí, y p red ispuesto a juzgarm e desfavorablemente. Rep ito que en tonces me confirmé en la creencia de que la Curia Generalicia me quería mal. No insistí, po rque vi que era inútil El admitir mi petición y el nombrar censores no fue sino engañifa [sic] para cubrir ciertas apariencias. Pero el M inistro General y los censores estaban de acuerdo. Sin esto ¿cómo era posible que los censores me trataran con tanta altivez y se negaran a cumplir su deber y que el Ministro General no les obligara a cumplirlo? Estaban confabulados y nada más. Luego se quejan de que yo hablara. ¿Cómo no había de hablar en vista de tan tenaces e injustas parcialidades, en vista de tanto empeño en deshonrarme? Demasiado bueno he sido. Con mucho menor motivo han hecho otros cosas... que nadie ignora. ¡Qué extraño es haya tantos secularizados y tantos apóstatas! Los malos pastores, esos pastores que no buscan la oveja extraviada, que no consolidan lo que está roto y cascado, que se apacientan a sí mismos y engordan con la leche y la carne de las ovejas son los verdaderos responsables de la perdición de muchos religiosos que no han encontrado en los Superiores ni padres, ni

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