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C a p í t u l o X I M I R E S ID EN C IA EN A IX , A N T IG U A C A P IT A L DE L A P R O V E N Z A Ya se ha dicho más arriba que en enero de 1887 fui a Francia, llegué a Marsella el día 14, y dos o tres días después al convento de Aix. Fue uno de los primeros que se restau ra ron en Francia; en él vivieron algunos capuchinos españo les expatriados. Cuando la famosa María Cristina pasó por Aix, en terada de que había allí frailes españoles quiso verlos, mas los frailes se negaron a presentarse ante ella. Hicieron bien. Este incidente lo sabían por trad ición los frailes con quienes viví yo en aquel mismo convento. Desde el día que yo entré en la Provincia de Lión resolví no hablar jamás de cosas de la Orden, ni en bien, ni en mal; como si fuera un extraño y conforme lo resolví lo cumplí. Fui elegido discreto para concurrir al Capítulo Provincial que se celebró en Crést en que fue reelegido Provincial el P. Constante de Byans, tres años después me nombraron Vicario in capite y, cuando volví a España, el M. Provincial, Fr. Luis de N. (no recuerdo de qué pueblo de Suiza era), me dio una carta muy laudatoria para mí, como unas testimoniales que debía entregar y entregué, en efecto, a mi nuevo Provincial de la Provincia de Toledo, Fr. Fermín de Velilla La leyó muy complacido y me dijo que la archivaría Durante mi permanencia en Aix seguí, según mi costumbre de siempre, la observancia regular, ocupado en el santo ministerio, en la lectura y en la escritura. Leí mucho: las Homilías de San Juan Crisòstomo sobre las cartas de San Pablo, las obras de San Ireneo, de San Cipriano y de San Buenaventura, los Bolandos y la historia eclesiástica: prueba irrecusable son de esto los tomos de Notas que entonces hice y que guardo en mi poder. Escribí también una obra sobre la sociedad moderna, dos tomos
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