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E l P. L l e v a n e r a s , P r o v in c ia l ú n ic o d e E s p a ñ a 1 6 1 secularizarse, se habría quedado con el capital con cuyas rentas habría vivido como gran po ten tado y feliz, hablando como hablan los hombres sin fe y sin conciencia. La Curia Generalicia estaba enam o rada de ese dinero y para no perderlo, con tra v ien to y marea, sostenía en el mando a Jo aqu ín de L levane ras. ¡Oh p o d e r del dinero! M uchos se han secularizado po r culpa de Llevaneras y, en tre esos secu larizados, los hay que habrían ilustrado la Orden con méritos verdaderos. Pero no tenían dinero y no encon traron ju stic ia en la Orden cuyos Superiores Generales parece estaban vend idos al oro . Una es la h isto ria pública y o tra es la historia secreta, la h istoria oculta. Sin el conocim iento de ésta no se entiende bien aquélla Cada una de ellas tiene su verdad, pero con mucha frecuencia la h isto ria secre ta es la más in teresan te y la más digna de ser conocida, del mismo modo que no son las obras ex te rnas del hombre, sino las in te rn as de su conc ienc ia , las más importantes y m erecedoras de nuestro estudio En e s ta V is ita el M in is tr o G e n e r a l h izo y p rom u lg ó un a s Ordenaciones Generales en las cuales parece quiere remediar los males que aquejaban a los Capuchinos. En realidad, las cosas siguieron, poco más o menos, como antes, porque los encargados de destru ir el mal eran precisamente los causantes de él. ¿Qué podía esperarse de Joaquín de Llevaneras? ¿Qué podía esperarse del P. Francisco Javier de Arenys de Mar? Y éstos eran dos de los nuevos Provinciales. El o tro , el P. Fermín de Velilla, el mejor de todo s, lo echaron ignom iniosamente tres años después com o verem os más adelan te Las leyes, po r sí mismas, nada hacen, ni en bien ni en mal: todo depende de la manera con que son en tend idas y aplicadas.

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