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1 4 6 C a p ít u l o X muchos perecen. Dios tend rá en cuenta aquellos días bo rrascosos y recom pensa rá mi fidelidad. El Guardián de Sanlúcar de Barrameda, el P Salvador de Paradas, era d ev o tís im o del P. Jo aq u ín de L lev an e ra s y uno de sus a d ic to s incondicionales. Con toda claridad le dije lo que pensaba de las Curias Generalicia y Provincial y de los PP. Estanislao de Reus que fue el que trajo las gallinas y Joaquín de Llevaneras. Nada pudo negar y nada negó; pensaba poco más o menos lo mismo que yo, pero el miedo de ser inquietado y el amor al mando sellaban sus labios: el sol que más calienta tiene adoradores aun entre los religiosos. No admití licencias del Sr. A rzobispo para ejercer el santo ministerio fuera de Sanlúcar, ya porque esperaba vivir allí poco tiempo, ya porque tem ía alguna emboscada. Desde fines de marzo de 1885 hasta el 3 de agosto de 1886 estuve en Sanlúcar. No viví ocioso. En Pamplona había escrito una teodicea o teo log ía natural y en San lúcar escribí: La Familia según el derecho natural ; La Familia Cristiana ; El Progreso Socialpor la Religión Católica ; Origeny necesidad social del derecho de propiedad individual ; El Liberalismo moderno ; Manual de la familia cristiana , y en ju lio de 1886 escribí el opúscu lo titulado: Pacificación Social. Leí además buena pa rte de las obras de San Agustín, ho jeé [sic] con detención las del V. Obispo Palafox, algunas de Bossuet, de Gerson, de Santa Teresa y o tros autores; las notas que de todas ellas tom é prueban que no leía a la ligera. Mañana y tarde estaba en la b ib lio teca leyendo y escribiendo. El cua tro de agosto de 1886 salí de Sanlúcar para Barcelona con el breve de secu larización . En la Curia episcopal y al mismo Sr. Obispo Dn. Jaime Catalá y A lbosa dije que no ten ía ánimo de permanecer allí. Me avisté con los Sres. Casals para publicar “La Pacificación SociaF. El m anusc rito fue rem itido al Sr. Dr. Dn. Félix Sardá y Salvany, tan conoc ido en E spaña po r sus excelen tes escritos. Su opinión fue que se pub licara y así se hizo con licencia del Ordinario, pagando a medias los gasto s de la impresión. En diciembre de 1886 gestioné mi vuelta al claustro. Escribí al P rocu rado r General una carta

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