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D ep o sic ió n d e l P. L l e r e n a y n o m b r a m ie n t o d e l P. L l e v a n e r a s 1 3 9 componerle los sermones que deseaba predicar. Un día me amenazó en estos términos: “Me la paga rá” . Pero se fingía am igo cuando le convenía y, es cierto, es uno de los frailes que más daño me han hecho. Hemos anticipado algo los sucesos y es preciso volver un poco atrás. Dicho está que, a fines de 1883 o principio de 1884, en la reyerta que el P. Estan islao de Reus, Guard ián en tonces del conven to de Antequera, tuvo con el P. Com isario en el de M on te Hano, dijo aquél a éste: “Así como yo logré la deposición del P Llerena, lograré también la deposición de su Reverencia” Sin pérdida de tiempo puso manos a la obra y, vuelto a Antequera, inició una activa correspondencia con el P. Procurador General contra el Comisario Apostólico, Fr. Joaquín de Llevaneras. El Procurador General alentaba al P. Reus en su campaña contra el Comisario y, durante todo el año, favoreció con sus cartas la causa de los Definidores, como entonces se decía; mas cuando las cosas llegaron a sazón, cuando ya todo estuvo preparado para suprimir el Comisariato, causa, decían, de las discordias de los Capuchinos de España, el Procurador se puso de parte del Comisario con tra los Definidores. El Guardián de Antequera hizo presen te al Procurador General su contradicción. Negó el Procurador haber alentado a los adversarios del Comisario, el P Estanislao de Reus opuso a la negativa del Procurador las cartas del propio Procurador, mas éste juzgó prudente callarse y se calló, y abandonó a la suerte que les esperaba a los Definidores, al P. Reus y a cuantos les seguían. La Curia Generalicia quería a todo trance la supresión del Comitariato, para perpetuarse en el mando bajo una u otra forma, prometió el P Joaquín de Llevaneras en el Capítulo General que eligió Ministro General a Fr. Bernardo de Andermatt, allanarse, a no poner obstáculo ninguno a la supresión del Comisariato. El Procurador General animó a los adversarios del Comisario y los inducía a pedir la supresión del Comisariato. El Comisario, por su parte, hacía la misma petición. La Curia Generalicia, gracias a tan to embrollo, logró lo que no había podido consegu ir en tiempo del P. Llerena.

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