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D ep o sic ió n d e l P. L l e r e n a y n o m b r a m ie n t o d e l P. L l e v a n e r a s 1 2 9 Por aquellos mismos tiempos se dedicaba el Comisario a jun tar dinero por todos los medios. En su mano estaban los fondos de todos los conventos y disponía de todos los predicadores para concentrar en su mano las limosnas que se daban por la predicación; el Superior local que se resistía era depuesto sin contemplaciones. Entre todos los predicadores era muy notable el P. Lorenzo de Mollina. Religioso activo, trabajador, de fácil e inflamada palabra y simpático por demás se llevaba tras sí los pueblos de una manera irresistible. Dando misiones y predicando novenas recorrió con gloria toda España. En Madrid, Bilbao, Barcelona, Valencia, Sevilla, Valladolid y demás poblaciones importantes recogió fabulosas cantidades de dinero con y sin gravamen de misas. Todo el dinero iba a parar a manos del Comisario y éste lo depositaba en el Banco. Cuando el P Lorenzo se dio cuenta del giro que el Comisario daba al dinero, se resolvió a crearse un capital para él y para sus padres. Ya no remitía al Comisario las grandes cantidades que antes le giraba o entregaba a mano y, esta notable merma, le hizo sospechar que el P. Mollina se quedaba con dinero. Entonces, quiso atarle corto y tenerlo en Madrid a la vista y, desconfiando cada día más de él, cuando se ausentaba de la Corte, ponía al P. Mollina y demás religiosos de la residencia de Madrid a las órdenes y bajo la obediencia de un joven secular llamado Deogracias, hijo de la viuda de Valladolid de que antes se ha hecho mérito El P. Mollina no quiso someterse a un seglar y armó la gorda. El choque con el Comisario fue ruidoso y violento. El Comisario lo mandó a Sanlúcar de Barrameda en clase de castigado, con severas órdenes al Guardián, Fr Salvador de Paradas, y de los más adictos al Comisario, de que lo tuviera muy sujeto. A los pocos días el P. Mollina le dijo al Guardián que no estaba más allí, que se iba a Roma y que inmediatamente le abriera la puerta: el Guardián, asustado le dejó el paso libre En Roma refirió a la Curia Generalicia los malos pasos del Comisario, el Comisario escribió a su vez contra el P. Mollina. De uno y o tro recibía, o recibió, mucho dinero y el resultado fue que ni al uno ni al o tro les pasó nada; que desaparecieron en manos del P rocurador General muchos documentos desfavorables al Comisario y que el P. Mollina obtuvo de la

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