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D e p o s ic ió n d e l P. L l e r e n a y n o m b r a m ie n to d e l P. L l e v a n e r a s 127 Obispos y Regulares indicó al Sr. Arzobispo la conveniencia de levantar la censura; la levantó pero a condición de que se reconociera su autoridad El escándalo se había dado fuera de la clausura, había intervenido la guardia civil, el Gobernador civil pedía explicaciones a la Autoridad eclesiástica y ésta las pedía al Guardián del convento de donde procedían los dos frailes. El Guardián, Fr. Estanislao de Reus, hizo mal en no dárselas. Allí estaba el Comisario Apostólico; pero entonces aún tenía miedo a su antiguo compañero y éste se le impuso. La situación del convento empeoró con otro incidente. Los frailes ancianos procedentes de la exclaustración escribieron al auditor de la Rota Dn. Ramón Ezenarro pidiéndole les diera consejo y favor para recurrir a la Nunciatura en queja contra el Comisario y contra el Guardián. Escribieron también al Sr. Arzobispo poniéndose a sus órdenes e implorando su protección. Por fin logré que el Comisario se impusiera al Guardián, Fr. Estanislao de Reus, y se dieran al Sr. Arzobispo las satisfacciones que el caso requería Se calmaron los ánimos y todo volvió a la normalidad; pero era indispensable trasladar al P. Estanislao de Reus a otro convento y así se hizo en la primera oportunidad que se presentó, y para facilitarla, el Definidor P. Bernabé de Astorga renunció al guardianato de Antequera, que se dio al P. Estanislao de Reus quedándose aquél de Vicario. Poco a poco el Comisario Apostólico fue tomando demasiada libertad. Sin contar para nada con los Definidores cambiaba, trasladaba y deponía los Superiores locales y los demás religiosos estaban en continuo movimiento y, como por largas las distancias que separaban unos conventos de otros los viajes eran costosos los fondos de las comunidades sufrían mucho. Por otra parte, el Comisario estaba también en continuo movimiento, se pasaban notables temporadas sin saber dónde residía, contestaba tarde o nunca a las cartas que por necesidad se le escribían. Iba con demasiada frecuencia y permanecía demasiado tiempo en los conventos de Adoratrices y en casa de una viuda de Valladolid. Esto dio origen a muchas quejas y los Definidores eran constantemente requeridos a que pusieran remedio.

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