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126 C a p i t u l o IX prohibido entorpecer con sus injerencias la autoridad de los Superiores locales, Guardianes y Vicarios y nada más. Las advertencias de Roma sobre la prudencia y discreción de nuestras relaciones con los Sres. Obispos no fueron muy tenidas en cuenta por parte de algunos capuchinos y, no mucho tiempo después de haber nosotros regresado de Roma, se produjo un grave incidente en Valencia Era Guardián del convento noviciado de la Magdalena de Masamagrell el R Estanislao de Reus y Vicario el P. Andrés de Finistrat. Ignoro el hecho original que produjo el conflicto interior y luego el exterior. Dispuso el P. Comisario que el P. Andrés de Finistrat cesara en el cargo de Vicario y fuera de familia al convento de Arenys de Mar, de donde había sido retirado casi por engaño el P. Juan Pruna y estaba en el de la Magdalena semidesterrado, semipreso. El P. Tomás de la Piña fue encargado de conducir al P. Andrés de Finistrat a Arenys de Mar. En la primera estación el P. Andrés se negó a subir al tren, con voces desaforadas en demanda de auxilio promovió un gran escándalo y motivó la intervención de la guardia civil. Como el P. Andrés, al mismo tiempo que alborotaba con sus gritos descompasados se revolcaba por el suelo como preso de grandes dolores, al P. Tomás de la Piña se le ocurrió hacer señas indicando que el religioso que acompañaba estaba loco. Estas insinuaciones fueron creídas y la guardia civil lo cogió y metió en el tren, y el tren siguió su marcha. En la primera estación, sin salir del tren porque ya no podía, renovó el alboroto y lo mismo en las siguientes hasta después de Sagunto. La guardia civil puso el hecho en conocimiento de sus jefes y éstos al Gobernador civil, el Gobernador civil al Sr. Arzobispo y el Sr. Arzobispo, Sr. Monescillo, se dirigió de oficio al Guardián de la Magdalena, pidiéndole explicaciones claras y terminantes de todo lo ocurrido. Estas explicaciones le fueron negadas. Insistió el Sr. Arzobispo y amenazó con las censuras canónicas. Le fueron igualmente negadas y puso la comunidad en entredicho. Estaba yo en Pamplona y fui llamado por telégrafo con toda urgencia. Se comunicó a Roma la triste novedad y se mandó una relación de todo lo ocurrido y la Congregación de

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