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D e p o s ic ió n d e l P. L l e r e n a y n o m b r a m ie n to d e l P. L le v a n e r a s 125 otro día. Acudimos en efecto el día señalado y nos dijo que sí, que existía el breve por el cual preguntábamos, que había salido de la Congregación de Negocios eclesiásticos extraordinarios, pero que no era sino para que de él se hiciera uso en casos muy raros y circunstancias muy excepcionales Por medio de la Procura General de la Orden se pidió y obtuvo copia del breve cuya lectura causó la más profunda impresión en la Cuna Generalicia De esta copia que quedó en poder del Definitorio General se sacaron otras que trajimos a España. Al tenor de dicho breve, los Obispos lo eran todo y, por eso, se nos recomendó muchísimo procediéramos con los Sres. Obispos con la mayor circunspección para no darles pie a hacer uso de las facultades que el breve les confería. Trajimos también una carta de la Curia Generalicia; en ella se contestaba al Comisario Apostólico y a sus Definidores; era bastante larga y se recomendaba con mucho interés al Comisario procediera en todo de acuerdo con los Definidores. No quiero omitir que en el convento Generalicio de Roma vimos y hablamos con el Comisario Apostólico depuesto P. José de Llerena Fuera táctica diplomática, fuera pura cortesía, fuera espíritu religioso, es cierto que no rehuyó platicar con el P. Estanislao de Reus por quien había sido personalmente injuriado en Pamplona como dicho queda y de quien sabía figuraba entre sus principales adversarios. El mismo P Procurador General defendía entonces al P Llerena a quien tanta guerra había hecho: esto no son cuentos, es la verdad: afirmo lo que vi y oí Terminada nuestra misión en Roma, volvimos a España. Entregué al Comisario Apostólico la carta de que era portador y dos o tres copias del famoso breve de la Congregación de Negocios eclesiásticos extraordinarios y trasmití de palabra lo que de viva voz se me había mandado comunicar Además hice presen te que, en la primera audiencia que me concedió el Definitorio General, se me leyó un escrito en el que los Comisarios Provinciales que aún existían se quejaban de haber sido depuestos y se me preguntó si era verdad. Contesté que no. Que el Comisario y los Definidores les habían
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