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C onventos de A ntequera y de S an ú c a r de B a r r am e d a 1 1 7 vida común ya no era perfecta cuando entraron en el noviciado, y casi todos propendían a restablecer la Orden sin perfecta vida común y a sostener ciertas prácticas y antiguas costumbres que hoy día ya son insostenibles. Está prescrito en los antiguos ceremoniales que todos los viernes se hiciera la escotula. La escotula consistía en esto: se quitaba el hábito, se volvía al revés y con un palito u otra cosa se sacudía bien encima del fuego para limpiarlo de piojos y liendres si los había. Se prescribía también que en el excusado se usaran trapos cortados a propósito para estos menesteres por escasear mucho entonces el papel; todos los días se habían de quitar los sucios y poner otros limpios, y lavarlos cada semana para que volvieran a servir. A estas y otras prácticas semejantes estaban los ancianos muy aferrados. Claro es que en sus tiempos tuvieron su razón de ser y que no hemos de hacer chacota de ellas, pero no es menos evidente, que hoy, son moralmente impracticables. Los religiosos procedentes de Guatemala y de Bayona tampoco pensaban en todo de la misma manera; los de Bayona tenían muchas cosas de los Capuchinos franceses y los de Guatemala eran más incoloros, porque en poco tiempo habían vivido en varios lugares. Atendido esto, la diferencia de edad y la diversidad de regiones, debe reconocerse que el personal restaurador era demasiado heterogéneo. Sin embargo, no era esto lo peor; lo más grave fue la ruda guerra que se hizo contra el Comisario Apostólico el P. José de Llerena. La Curia Generalicia no lo miraba bien porque representaba el orden de cosas establecido para todos los Regulares de España por la bula de Pío VII “Inter graviores”, expedida a instancias de Carlos IV. Lo miraban también muy mal los padres de Bayona. Cuando en Francia se trató y llevó en 1880 la expulsión de los religiosos, los de Bayona, a pesar de las protestas del Comisario Apostólico, consiguieron de la Curia Generalicia, fundar en Fuenterrabía un convento exento de la ju r i sd i c c ió n del C om isa r io A p o s t ó lic o y su je to inm ed ia ta y directamente al Ministro General y, de este convento, fue nombrado Guardián el P. Bernabé de Astorga a 8 de diciembre de 1880 por el

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