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106 C apítulo V I beneficios de la acción episcopal y de la parroquial secular, pero, en gran parte, el clero secular era hechura del regular y, la mayor parte de los americanos ilustrados no habían estudiado sino en los conventos y no habían tenido más profesores que los frailes. Para desgracia de América el clero regu la r entró en franca decadencia a mediados del siglo décimo octavo, decadencia que se fue acentuando rápidamente como la del anciano enfermo y decrépito. Vino la revolución político religiosa, incubada en las logias masónicas, disfrazadas de patriotas amigos del país, desde los primeros tiempos de Carlos III y cuando en 1810 principió a desencadenarse el huracán revolucionario, carcomido ya por la polilla de su propia relajación, divorciado ya del espíritu de sus mayores y de sus ilustres fundadores, lo arrastró y dispersó como ramas secas de un árbol derribado. ¿Qué podía esperarse de un clero que en aquellos aciagos días suprimía las cátedras de ciencias eclesiásticas y ponía en su lugar cátedras de constitución? ¿Que andaba del brazo de los Sanjuanistas (así llamados po r el p ronunc iam ien to de las Cabezas de San Juan), de los constitucionales y libertadores y asistía a sus bailes y a sus fiestas? Evidentemente, ya no era ni la sal de la tierra ni la luz del mundo, con gran regocijo de los malos y no menos tristeza de los buenos. El partido liberal y masónico, enemigo encarnizado de la civilización cristiana, única verdadera, veía con sumo placer la degeneración del clero monástico. Esa abyección moral le imposibilitaba para reanudar las proezas realizadas por sus mayores y que tanto aprecio y prestigio les habían granjeado. No pensaba en retomarlo en el sentido eclesiástico, al contrario, se oponía a ello y, como de haber continuado existiendo, esa reforma habría venido, más o menos tarde y, con ella la fuerza moral y el espíritu religioso para continuar con gloria la misión de los Francisco Solano, Luis Beltrán y Pedro Claver, el partido liberal masónico trabajó con todas sus fuerzas para extinguir las Órdenes religiosas en toda la América española Puede decirse que desde hace cien años gobierna aquel vasto

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