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104 C apítulo V I Santo Domingo y San Francisco. Donde había un convento, una parroquia, una catedral allí había una escuela, una casa de beneficencia, un maestro, un bienhechor, un protector. El partido liberal masónico americano es el responsable del atraso en que se encuentra la América española en algunas cosas. Millares de indios han vuelto a la barbarie por estar privados del magisterio clerical y, por la misma causa, muchos millares siguen todavía siendo salvajes. Las razas mestizas han quedado poco menos que estacionadas por la misma causa. Las revoluciones y consiguiente descrédito e inestabilidad de los Gobiernos han sido una enfermedad endémica y han impedido se pensara seriamente en el progreso, ni aun material, del país. Sin el odio sistemático al clero, en las cosas que hubiera tenido necesidad de reforma, habría sido reformado en el sentido eclesiástico y habría seguido prestando los incomparables servicios que prestó durante dos siglos y medio a la causa de la humanidad, del progreso y de la civilización. La guerra de la independencia ni de España contra Napoleón, ni de las colonias contra España, fue una guerra meramente política, sino una guerra, ante todo y sobre todo, político-religiosa. No se trataba sólo de dinastías y de formas de gobierno, sino también y principalmente, de las relaciones de la Iglesia con el Estado y con la sociedad civil. Se luchaba en pro y en contra de la Iglesia católica, de su autoridad, de su dignidad, de su libertad, de sus bienes, de su clero secular y regular. A excepción de los Obispos y de algunos otros eclesiásticos, o no comprendió bien la verdadera índole de la lucha, o no estuvo a la altura que requerían las circunstancias, no ocupó el puesto que, para su honor y salvación, debiera haber ocupado. El clero regular que tantas proezas había realizado durante 250 años estaba en marcada decadencia moral: ya no estaba animado del espíritu de sus predecesores y, enervado por las riquezas y la relajación, no tuvo valor para luchar contra los enemigos de la Iglesia, para luchar en defensa de sí mismo. Por eso desapareció en casi toda la América española y, donde no desapareció, mejor hubiera sido que hubiese

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