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C apítulo I. O tros cinco lustros - 97 (Guardamar oct. 1996), la de superiores locales en Guardamar, Fátima y San Juan de Aznalfarache, la Interfranciscana de El Escorial (enero 1997) y el congreso misional de Madrid (enero 1999). No es posible sino aludir a las numerosas reuniones de las cuatro comisiones de la misma CIC y a la apertura de una página Web en Internet para los capuchinos de la misma Conferencia. Así mismo al encargo confiado areligiosos nuestros como Elias Cabodevilla para la preparación del capítulo VIII de nuestras Constituciones y de José Balenciaga para el Encuentro de las Conferencias capuchinas del sur de Europa, celebrado en Madrid. Resulta verdadera novedad que la CIC esté a punto de hacerse cargo de la tambaleante presencia capuchina en Melilla. 2.4. La Provincia continuó especializando personal con estudios superiores en historia de la Iglesia, teología bíblica, vida religiosa y asistencia social. Se volcó en la formación permanente de los religiosos, organizando dos tandas de ejercicios espirituales anuales y cuatro semanas temáticas especializadas sobre vida religiosa, biblia, misiones americanas y medios de comunicación social; éstas se organizaron en las capitales de las cuatro zonas: Zaragoza, Logroño, San Sebastián y Pamplona Extramuros; aprovecharon a unos 80 participantes cada una. Fue una oferta generosa, que obtuvo una respuesta aceptable. A pesar de los buenos deseos, no llegó a cristalizar la apertura de una fraternidad de retiro y de oración. 2.5. Es difícil organizar el trabajo de cada religioso sólo desde la obediencia inicial del trienio. La intensidad del trabajo personal no se mide con facilidad desde los ministerios marcados en el proyecto comunitario, ni puede olvidarse el trabajo doméstico, realizado por los mismos religiosos y que obedece a la nueva visión de la fraternidad; se ha llegado aalcanzar este ideal en cuatro fraternidades, en parte en otras muchas y nada en dos fraternidades especiales. En punto a recreaciones, ocio y vacaciones, los religiosos han seguido casi sin remedio los criterios existentes en la vida civil, con honrosas excepciones, como signo de austeridad y pobreza. No deja de

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