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C a p ít u l o V II. A c t iv id a d en U l t a m a r - 631 una serie de publicaciones que recogen el mundo quichua en su cultura, en su educación y en sus programas de salud. Desde él se han publicado también varias obras de investigación en el tema de patologías tropicales, realizadas desde el Hospital Franklin Tello de Nuevo Rocafuerte, por el capuchino y médico, P. Manuel Amunárriz. Todo el largo y trabajoso camino de transformación de la realidad indígena del Ñapo no sería lo que es si la Iglesia de Aguarico, y en particular algunos misioneros capuchinos, plenamente aceptados y animados por el conjunto de la misión, no hubieran hecho realidad el descubrimiento de que evangelizar requiere un profundo proceso de inculturación. 4.7. El tema de la organización indígena nos lleva de la mano a una de las querencias más constantes de la Misión de Aguarico: las minorías étnicas. En realidad, detrás de la actividad con el mundo indígena, que siempre ha sido campo preferencial de los capuchinos en la misión, se encuentra el atractivo de las minorías, los “pobres étnicos” para la república del Ecuador y, de alguna manera, para todo el mundo “ civilizado” . En Aguarico existen varias minorías étnicas: sionas, secoyas y cofanes del río Aguarico y sus afluentes; los huaorani, enmarcados al sur del Ñapo. Estos últimos, despreciativamente denominados “ aucas” , han fascinado de alguna manera el corazón de los misioneros. En la primera época de la Misión sintetizan el mundo sangriento de Aguarico: es la época de las matanzas en los alrededores de Coca. Época de forcejeos entre iglesias cristianas y misioneros para ver quién asumía la tarea de civilizar previa a la evangelización de los huaorani. Hay diversos intentos en los años siguientes para establecer un contacto con estos grupos minúsculos insertos en lomás intrincado de la selva amazónica, primero por Mons. Higinio Gamboa, después, desde 1965, por el nuevo Prefecto Apostólico, Alejandro Labaca. Es una larga historia llena de enormes esfuerzos y de fracasos. El mundo huaorani se resistió a cualquier contacto con la misión (LI, 138-146).

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