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C apítulo VII. A ctividad en U ltamar - 599 empezar a tenermiembros activos y directos con laOrden Capuchina, siempre que los seminaristas sean de la misma Diócesis de Pingliang” (JSOV, 21). Esta idea de sacerdotes capuchinos chinos aceptados a la Orden directamente a través del Obispo D. Felipe Ma volvería á ocupar un lugar importante en la mente del Padre Provincial, Eleuterio Ruiz (JSOV, 24-25). Frente a esta línea de acción, llena de estímulos y de visión misionera, estaban las noticias que ponían los sueños misioneros en el plano de la fría realidad. En China el horizonte de libertad sufría fuertes reveses, como la masacre de Tienanmen. Las perspectivas de una ayuda real por parte de los capuchinos de Filipinas tampoco se veía con claridad: el proyecto tenía aires de un sueño quijotesco. En la carta que recibía del padre Juan Moscardó por aquella época se dejaban ver algunas constataciones: que Filipinas tenía sus recelos ante el proyecto, y que, contra loquesepodíapensar, los acontecimientos de Tienanmen suponían una baza muy importante a favor de la libertad. El 14 de octubre, el padre General enviaba al Provincial de Navarra-Cantabria-Aragón la obediencia a favor de Juan Santos, para iniciar en serio esta aventura misionera. Se lo comunicaba en una carta con estas palabras: “Querido padre Eleuterio: paz y bien Enrespuestaatucarta-informedel 2deloscc.mecomplacecomunicarte mi aprobación plena al proyecto del padre Juan Santos Ortiz de Villalba de intento de penetración en China a través de la presencia en Macau, y su intencióndepasar aHong Kong comopreparación a laempresa. Puede partir allá cuanto antes. Aunque ahora vaya solo, espero que pronto le puedaacompañaralgúnhermanodetuprovincia. Mientrastantotrataremos de dialogar con la Provincia de Filipinas a fin de obtener la colaboración de aquellos hermanos. Te envío aquí mismo la obediencia... Flavio Roberto Carraro. Ministro General.” (JSOV, 25).
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