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C apítulo III. L a vida de las fraternidades - 361 plande formación (inclusióndel COU y prolongacióndel postulantado). Esto obligó a suspender la presencia de Santa Engracia. Con todo, se pidió a José Luis Aranguren, de la fraternidad de San Antonio de Zaragoza, que siguiera haciéndose cargo de la atención pastoral, pensando en volver a abrir el noviciado en el mismo lugar. Pero a los dos años, en 1981, se iniciaba el noviciado en la fraternidad de Jaca. Y así quedó definitivamente cerrada la fraternidad de Santa Engracia. Esta presencia respondía a la sensibilidad dominante en gran parte de la vida religiosa en ese tiempo posconciliar. Se hablaba entonces con fuerza de inserción en medios pobres, de vivir del propio trabajo, de sencillez en los recursos de vida, de compartir la vida, de una oración más contemplativa y cercana al mismo tiempo al pueblo... Había que formar, se decía, para esta nueva forma de vivir el carisma. De acuerdo con estos valores discurrió durante cuatro años la vida de la fraternidad de Santa Engracia, sin apenas variaciones. El horario de los días laborables refleja bien el ritmo seguido. La jornada empezaba temprano, a las 6,30, con el rezo de laudes; tras un rápido desayuno, a las 7,30 marchaban los novicios a trabajar; se distribuíanentrealgunos talleres demaquinariaagrícola, laconstrucción y los trabajos del campo; los demás compartían los trabajos de casa y de la pastoral; a la 1,30, tras el rezo de la hora intermedia, se comía; la tarde estaba dedicada por entero al estudio y la oración; lajornada acababa a las 10 con el rezo de completas. Hay otros datos que reflejan bien la vida de esta fraternidad. Ya el clima externo de la región deja ver la austeridad en que se desenvolvía. El tipo de vivienda, la casa parroquial, muy sencilla y situada en medio del pueblo, indica la estrecha relación mantenida con las familias, especialmente con los jóvenes. La carencia de medios de comunicación, como la TV, habla de una cierta austeridad de vida. La liturgia, muy pausada, refleja el clima orante en que se intentaba vivir. Y la pastoral, sencilla, cercana y amistosa, es la señal

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