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C apítulo III. L a vida de las fraternidades - 359 peligro de volver auna iglesia donde se administran los sacramentos, como si fuera una estación de servicios. Vuelven a la Iglesia personas que se habían alejado en años precedentes. Se respira un ambiente de involución en la iglesia española. El compromiso cristiano no parece tan fuerte, por lo menos, no se manifiesta como en el período de transición. El año 1984 celebra la provincia el Capítulo Provincial. En principio, los nuevos superiores tienen intención de potenciar esta presencia. Está muy de acuerdo con nuestro estilo franciscano, sencillo, de menores. Uno de los hermanos de la fraternidad, Miguel Ángel Cabodevilla desea realizar una experiencia misionera en el Aguarico, siempre que se potencie la fraternidad de Ansoáin. Pero las cosas no salen como se piensan. Después de muchas conversaciones y, teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de toda la provincia, el otro hermano, Miguel María Andueza, es destinado a la fraternidad de Extramuros. El servicio a la comunidad cristiana de Ansoáin, en adelante, se hará desde el convento de Extramuros. El proyecto pastoral que se ha expuesto a lo largo de estas páginas es un itinerario de maduración de la fe, traducido en términos de planificación. Implica por ello un proceso de conversión permanente que envuelve a toda a la comunidad cristiana. La respuesta, evidentemente, se dará de maneras y formas diversas y sólo Dios, que lee en lo íntimo de los corazones, puede conocerla. Y así hasta el año 1990. El Capítulo Provincial de los capuchinos elige provincial al que sirve como párroco en la comunidad cristiana de Ansoáin. El nuevo párroco, P. Jesús Arrondo, solamente ejerce su ministerio en esta comunidad durante un año, pues la salud no le acompaña. Le sustituyó el P. Jesús Torrecilla desde la fraternidad Padre Esteban de Adoáin.

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