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C a pítu lo III. L a v id a de las fraternidades - 1 9 5 Extramuros dePamplona, bajo el cuidado solícito del enfermeroFr. Gabriel, Miguel Urquidi. Desde esta reseña histórica lededicamos unrecuerdo agradecido por sus desvelos y trabajo intenso que le aceleró el proceso de suenfermedad cardiovascular. Otro grupo de hermanos, el más numeroso, formaban los educadores y profesores con dedicaciónexclusivaalColegio. Untercergrupo, másreducido, orientaba suactividadconunaproyección apostólica hacia el Valle. En 1987, año capitular, hubo unareducciónnotable de personal. De los 41 hermanos en el mes dejunio, quedaron 35. Más adelante fueron aumentando las bajas, ya por fallecimiento ya por traslados; a final de año eran 33 religiosos, de los cuales, seis residían habitualmente en laenfermería del convento y el P. Jorge de Riezu comenzabasucalvarioporroturadecadera. El cronistase lamentaba ¿dónde están aquellos tiempos en que Lecároz albergaba amás de 70 religiososy fuesemillerodecercade200 vocaciones sacerdotales y religiosas? Permanecíanal serviciodel Colegio, conocupaciónmásomenos completa, 22 hermanos, compartiendo su trabajo con los ocho profesores seglares, contratados para dar clases. Iba creciendo la perspectiva nadahalagüeñade no recibirrefuerzos paraapuntalarla labor realizada durante años. Once religiosos apenas tenían parte en la marcha del Colegio. Poco a poco crecía aquella preocupación que al P. General, en su visita anterior, le había impresionado: laserenidad con laque vivían elmomento presente, mientras el futuro se presentataninseguro pol­ la falta de vocaciones. Eran las primeras voces autorizadas que se elevabanalarmantesdesde losámbitosdegobiernoyquecomenzaban a dar paso para dejar el Colegio en otras manos. En el informe del Ministro Provincial en el XXIX Capítulo Provincial Ordinario hay unamplio apartado resumiendo los pasos dadosporlossuperioresde laprovincia, queampliaba lanotificación

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