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C apítulo II. S o c io o ra fía de la P rovin cia - 143 en teoría como en la práctica, por una obligatoriedad del seguro, como ocurre en otros grupos o institutos religiosos, ahora más decididos que los capuchinos. En ladécada de los 90, los capuchinos de laProvincia se sienten beneficiados por este seguro "privado" para los religiosos, hecho hoy día ya "público". Son muchos los ancianos que perciben la pensión de jubilación, que garantiza una subsistencia más digna, hasta desahogada, sobre todo en las casas donde residen varios religiosos. Se trata de un cambio de mentalidad, fruto de la renovación y adaptación con incidencias en al identidad. No obstante, ungran número de religiosos viven aúnla visióndualistaymaniqueaque les empuja atomaruna actitudde "manos rotas" enla disposición de los bienes poseídos que desearían "entregar" a instituciones, que no nacen de la iniciativa de los religiosos. Se advierte la necesidad de una limitación en la posesión de recursos y la conveniencia de una mayor austeridad de vida. Se busca la solución de una correcta y acertada entrega de bienes materiales, en realidad de muy poca transcendencia, al mismo tiempo que se insiste en lapobreza espiritual. Se habladeorganizar un fondo social, de constituir una ONG. Voces aisladas aboganporel mantenimientode las obras propias de caridad y asistencia. Esas voces son calcadas por un modo de pensar que se manifiesta preocupado, incluso temeroso, ante la posibilidad de tenerse que complicar con elmanejo de fondos, algo impropio de los pobres. Gana y alcanza puntos el auténtico trabajo, que se realiza, en parte, por autoestima; en parte, al socaire de la ética protestante y capitalista, que considera el bienestar como unabendición de Dios, como reacción frente a la angustia de un pasado que ponía su

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