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94 Capítulo I — Cinco lustros tieron los padres provincial y Lázaro Iriarte, elegido por los religiosos, además de otros religiosos residentes en la curia general o provenientes de demarcaciones relacionadas con la provincia. Tanto como los acuerdos votados en dicho capítulo, creemos que debe atenderse al mensaje dirigido a toda la orden por el nuevo equipo de gobierno, en el que entraba a for mar parte el P. Lázaro Iriarte, por su fuerza de síntesis, de impulso y de exhortación a la renovación. El mensaje aportaba auras nuevas; tanto más que cuajaron pronto en iniciativas como el Consejo plenario de la orden y la comisión para la renovación de la misma. El documento redac tado el 6 de marzo de 1972 sobre «Consejo plenario de Quito y capítulo provincial extraordinario» podría servir para demostrar el punto de la pro vincia; en qué aspectos le abría camino la orden y en cuáles iba por delante. No podemos sino aludir al contexto socio-político español de estos años. No obstante sus valores positivos, se notó la postura crítica de muchos religiosos frente al mismo, sobre todo por razón de su abusivo autoritarismo, lo que acarreó a la provincia algunos percances en sus pu blicaciones y en algunas manifestaciones personales. Se incubaba el enfren tamiento, que se hizo más abierto y formal en los años sucesivos entre la mayor parte de la iglesia española y el régimen político del «franquismo». 3. Corresponsabilidad La palabra y la idea venían de fuera; quizá del momento sociológico de la humanidad y de la idea eclesial de gobierno. En puridad lo que se pretendía era comprometer a todos en la tarea común de la renovación religiosa. El paladín de la idea fue el ministro provincial desde el día de su elección. Comenzó a cristalizar en las conocidas reuniones de supe riores, preparadas y celebradas con nuevo vigor. La que se celebró a prin cipio de septiembre de 1969 fue preparada con toda meticulosidad y llegó a 23 conclusiones, que tocaban la entraña de la vida religiosa. La de sep tiembre de 1970 se centró en principios doctrinales sobre consagración y secularización, fraternidad y apertura apostólica. La de diciembre de 1971 fue más ceñida, quizá porque el ambiente estaba muy saturado de ideas y de exigencias.
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