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92 Capítulo I — Cinco lustros Iriarte. Primer definidor, P. Eugenio Arrióla, 56 años, al primer escru­ tinio con 51 votos; más adelante sería elegido vicario provincial al primer escrutinio con 52 votos. Segundo definidor, P. Luis Sarriés, 34 años, al primer escrutinio con 40 votos. Tercer definidor, Jesús Morrás, 45 años, al primer escrutinio con 39 votos. Cuarto definidor, P. Juan Miguel Men- día, 38 años, al primer escrutinio con 34 votos. La votación fue rápida y definida. Edad media del nuevo equipo, 41,8 años. La elección era mucho, pero no todo; se puede decir que entonces co­ menzó de verdad la tarea del capítulo. Las cuatro comisiones de gobierno, formación, vida de comunidad y apostolado habían presentado un elenco de 57 temas, entresacados de la consulta a los religiosos o de los estudios de las comisiones. Se comenzó a estudiar los que parecían improrrogables, o por exigirlo las constituciones o por su importancia intrínseca. En una segunda pasada se escogieron otros temas de mayor cuantía. La mayor parte de los referentes al bloque de apostolado fueron relegados para otra oca­ sión. Esta ocasión sería un capítulo provincial extraordinario que se cele­ braría dentro del trienio para atacar a fondo la renovación de todos los aspectos de nuestra vida religiosa. Fueron votados y aprobados 32 acuer­ dos, referentes a gobierno, formación y vida de comunidad. El día 6 de julio fue clausurado el capítulo con unas palabras del nuevo ministro provincial, en las que hizo hincapié en la vivencia evangélica den­ tro de un sano pluralismo y en espíritu de corresponsabilidad. Palabras cortas, pero que preludiaban en gran parte la realidad del trienio. Después de visitar las casas, el día 21 de julio fueron dadas a conocer las familias religiosas; a las ya formadas, se añadía la fraternidad apostólica de Alza y la de emigrantes. Los superiores destinados a regirlas eran jóvenes o de edad media. Se nombraron los cargos y oficios necesarios. Para la formación de comisiones apostólicas se dejó inciativa a los religiosos in­ teresados. En la tabla aparecían dos listas peculiares: una, de religiosos des­ tinados al ministerio dentro y fuera de la provincia; se estaba pensando en un verdadero equipo de apostolado. La segunda, de religiosos al servicio de la Iglesia fuera de la provincia. A la presentación de las familias y superiores, siguió una alocución del padre provincial, en cuyo inicio llamó a los religiosos «corresponsables» de la Iglesia y de la fraternidad. Luego describió rápidamente la figura del superior, y pasó a explicar los criterios seguidos para formar las comuni

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