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84 Capítulo I — Cinco lustros consideradas como históricas; así la de los días 14-15 de diciembre de 1967 y la del 31 de enero de 1968, en las que se trataron cuestiones esbozadas en los indicadores precendentes. «Al final de nuestro servicio a la fra­ ternidad nos es grato dejar constancia del clima de mutua inteligencia y cordialidad que ha reinado en todas las sesiones», escribiría el ministro provincial. Ahora bien, es necesario dejar constancia de un momento difícil que vivió la provincia, debido a la turbación sufrida en el cuadro de gobierno de la misma. Todo comenzó por un accidente sufrido por el padre provincial el día 29 de mayo de 1968, cuando regresaba solo en automóvil de clausurar el curso de pastoral de Tudela. Varias semanas de clínica y varios meses de recuperación en la enfermería provincial. Fue necesario nombrar vi­ cario provincial al P. Ricardo Ezcurra. Al acudir éste en agosto al capí­ tulo general, la vicaría pasó al P. Eugenio Arrióla. Por el mismo tiempo coincidió la ausencia del definidor P. Jaime Zudaire, requerido por el episcopado colombiano para preparar el congreso eucarístico interna­ cional de Bogotá. El accidente y las ausencias se dejaron notar, no obstan­ te coincidir con los meses de verano, sobre todo, porque la provincia había entrado en considerable ebullición, y cualquier pérdida de tiempo podía influir en la pérdida del buen ritmo impreso al gobierno. 5. Casas de formación Lo expuesto sería suficiente para captar el momento que vivía la provincia. Sin embargo, no es posible no descender a algunas zonas de sin­ gular relieve en la renovación y cambio. Queremos referirnos, ante todo, a nuestras casas de formación, tomadas en sentido amplio. Los superiores continuaron, al iniciarse el trienio, la tramitación del proyecto seminario de Cizur; desgraciadamente no consiguieron la decla­ ración de interés social para el mismo, no obstante las buenas perspectivas y palabras dadas en Madrid. Encargaron a dos religiosos, que gestionaran en Alemania ayudas para el mismo; pero las dos instituciones «Adveniat» y «Misereor» no quisieron fraccionar sus ayudas. Quien estuvo dispuesto a la ayuda fue el comisariato de Argentina, y el gesto merece ser recordado.

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