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Trienio 1966-1969 83 tiempos de oración de media hora, uno en común y otro en privado. El su­ perior corregiría en privado a cada religioso; la disciplina quedaría a la conciencia de cada religioso; se marginarían las bendiciones latinas de la mesa y se adoptaría una bendición sencilla y en castellano; se haría una lectura de la biblia en el comedor, luego, se daría licencia para hablar, tan­ to al medio día como a la noche. Algunas determinaciones necesitaban aprobación de la curia general, pues tocaban de algún modo a las consti­ tuciones. Una carta del procurador general de 1 de febrero de 1968 con­ cedía por vía de experimento algunas dispensas incluidas en las determi­ naciones anteriores. Los superiores locales con el definitorio estuvieron de acuerdo también en dar mayor facilidad a los religiosos para el uso del dinero, anotando siempre la cantidad usada. Esta sencilla enunciación de indicadores descorre de un golpe la pro­ blemática soterrada que habían vivido los religiosos durante los pasados años, y que ahora afloraba con fuerza. Por supuesto que bajo estas ma­ nifestaciones subyacían corrientes teológicas, jamás imaginadas ni ex­ puestas en nuestros manuales escolásticos. 4. Gobierno ordinario. Un accidente comprometido Los superiores de la provincia no fueron remisos a la hora de tratar estas manifestaciones de cambio. Hemos podido anotar unas dos docenas de cartas pastorales del padre provincial. La mayor parte para salir al paso de problemas surgidos en el camino de la renovación; cartas escritas con no pequeño estudio, como se deduce del aparato crítico, incluido al final de las mismas. Para quien quiso y estuvo dispuesto a leerlas y apli­ carlas eran clarividentes. Aceptaban el fenómeno del cambio y de la re­ novación, pero sin caer en el desvío. Así por ejemplo, la carta del 13 de febrero de 1968, en la que se trata expresamente todo el fenómeno de la renovación; o la de 20 de febrero de 1969, en que se aplica oportuna­ mente la misma renovación para mantener vivo el ideal franciscano. Según el mismo interesado, fue el definitorio provincial quien cola­ boró en todo momento en la orientación de su gobierno. Consta que se celebraron 32 reuniones definitoriales, algunas de las cuales podrán ser

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