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Trienio 1966-1969 81 del programa de enseñanza media y la implantación de la enseñanza general básica (EGB), que iba a repercutir a fondo en nuestros seminarios y sec­ ciones filiales; y en el área de la libertad de expresión a través de los me­ dios de comunicación social. Por no atenerse a los preceptos legales del ministerio de Información y Turismo, nuestras revistas Familia Nueva (antes Verdad y Caridad) y Zerulo Argia sufrirían diversos expedientes, procesos, multas y entorpecimientos. La primera sucumbió, quedando la provincia desprovista de un medio importante de evangelización. La segunda se atemperó y continúa su publicación, no sin eventuales dificulta­ des. No juzgamos en este momento la gama de problemas domésticos su- citados por las publicaciones citadas; sólo aludimos a la fuerza del contex­ to civil sobre áreas de nuestra vida cotidiana. Mucho menos nos referimos a la compleja situación política, sintetizada en el régimen de Franco, frente a la cual mostraron algunos religiosos una manifiesta y progresiva desapro­ bación, que les llevaría a situaciones conflictivas. Creemos que estas pinceladas en torno al contexto son suficientes para entrever cómo se iba complicando la vida de la provincia en este trienio de mucho remolino. 3. Indicadores de cambio Pero es necesario aproximarse más a la vida conventual para palpar de dónde procedía la inquietud, qué se perseguía en la búsqueda y hacia dónde se orientaba la vida religiosa. No podemos acumular todos los indicios. Deberemos contentarnos con algunos indicadores. El primer indicador puede parecer puramente externo, pero fue verda­ dero caballo de batalla. Se llamó el porte externo del capuchino y tam­ bién el problema de la fisonomía e identidad. Se trataba de continuar vis­ tiendo o de abandonar nuestro hábito en forma de cruz, calzando las sandalias y mostrando nuestras hirsutas barbas. El problema se planteaba desde diversas situaciones: estudiantes univeritarios, religiosos que re­ gresaban de otros continentes, exigencias de actividades nuevas. Parece que los superiores trataron en principio de frenar toda iniciativa no justi­ ficada. Pronto vieron que era necesario una consulta a escala provincial

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