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Texas 465 I I . A p o s t o l a d o e n t r e lo s cu b a n o s e x il a d o s Desde el año 1965, cuando el presidente Lyndon B. Johnson aprobó los vuelos gratuitos en aeroplanos (Freedom Flights), cada año venían de Cuba a Miami (Florida) unos cien mil cubanos. Miami era el centro de distribución. El gobierno cubano no daba permiso, en general, para salir sino sólo a aquellos que tenían parientes o amigos en Estados Unidos, entregaban la llave de la casa y cierta cantidad de dólares; no podían llevar nada consigo, y con lo puesto, salían para su nueva patria. Llegados a Estados Unidos, el gobierno americano los alimentaba y hospedaba hasta conseguirles trabajo y vivienda con algún pariente o com­ patriota. Al mismo tiempo, los católicos americanos, lo mismo que los protestantes o judíos, tenían agencias separadas para ayudar a los suyos. Era situación muy angustiosa la suya al verse en un país extraño, sin casa, sin dinero, sin saber la lengua y sin un trabajo adecuado; y digo adecuado porque muchos de los exilados son profesionales, como médicos, abogados, ingenieros, maestros, contadores, pero por no poder ejercer su profesión, se meten en cualquier trabajo, ayudando en restau­ rantes, hospitales, estaciones de gasolina, tiendas, etc. Pasados algunos años, bastantes de ellos han revalidado su título profesional, han comprado o están comprando muy buenas casas, tienen a sus hijos en colegios privados y hasta forman parte de la directiva en empresas comerciales, bancos, etc. Hablando en confianza con algunos de ellos, han confesado que aun cuando les permitan volver a Cuba, pre­ ferirán seguir trabajando aquí, y solamente irán a Cuba para pasar sus vacaciones. El año 1967, el Sr. obispo nombró al P. Bienvenido García capellán de la comunidad cubana de Dallas y Fort Worth, formada por unos 1.200 cubanos. Cada año eligen un comité que consta de 12 miembros; publican un boletín mensual y en fechas señaladas celebran sus fiestas religiosas y patrióticas, a las que con frecuencia acude el Sr. obispo de la diócesis.

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