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458 Capítulo V II — Actividad en ultramar es gente sencilla y de poca cultura, con principios religiosos débiles y falta muchas veces de recursos materiales, teniendo por contera complejo de inferioridad por la raza y la lengua. La situación es peligrosa. Si estas familias no están atendidas por un sacerdote activo y celoso, se pasan con facilidad a sectas protestantes, siendo después muy difícil volverlos a la fe de sus padres. De ahí la importancia de nuestro apostolado en Texas. I . F u n d a c ió n y f r a t e r n id a d e s Sucedió hace bastantes años, siendo provincial el P. Joaquín María de Beriáin; el obispo de Dallas, mons. Joseph Lynch, en su visita pastoral a Roma, pidió al general de los capuchinos sacerdotes de habla española para su diócesis. El P. General pasó esta invitación a la provincia de Na­ varra. El P. Provincial viajó hasta Texas, acompañado del P. Ambrosio de Echarren, que hacía de intérprete. Por indicación del prelado inspeccio­ naron lo que era entonces iglesia de san José y la comunidad mejicana de Fort Worth. Fueron nombrados para dicha fundación los PP. Cristóbal Ciriza, Simón de Arrona y el hermano fray Serafín Azcona. Pero el viaje de los religiosos se retrasó, y el obispo encargó dicha misión a los padres claretianos españoles, que siguen en dicho estado. 1. Fundación en Dallas en julio de 1954 Leemos en las notas del P. Bienvenido García lo siguiente: «Después de veinte años de residencia en Filipinas (sin vacaciones), al pasar por España en 1952 pedí permiso para pasar un año en Washington, asistiendo a las clases de derecho canónico en la universidad católica. Durante ese tiempo me habló el P. Miguel Juanicotena, secretario provincial, sobre la importancia de una fundación de la provincia en Norteamérica y al poco tiempo me entregó una autorización del entonces provincial de Navarra,

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