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44 Capítulo I — Cinco lustros refería al cuidado de nuestras bibliotecas y archivos. No era la primera voz, ni sería la última; la experiencia aconsejaba repetirla con cierta cons tancia. 5. La escuela profesional de hermanos El problema se dejaba sentir hacía algunos trienios. Era fruto del impacto de la evolución de la sociedad sobre la vida religiosa. Se quería remediar la escasez, y se pensó en un medio actualizado, aunque sin sa lirse de la tradición y de la fisonomía del hermano dentro de la vida reli giosa. Su apertura en el convento de Pamplona fue una de las primeras realizaciones del trienio. Se escogió el lugar sin mucha vacilación, ya que en dicho convento había lugar, existía personal y medios para poner en marcha el plan detalladamente pensado. La provincia no reparó en gastos a la hora de su instalación y conservación. Destinó para su dirección a ele mentos preparados y aptos; recordemos los de primera hora: P. Jacinto Elizondo y fray Gregorio Rejas. Ellos dedicaron a la empresa incontables energías. Luego irán pasando por la escuela varios religiosos clérigos, que se hacían cargo de la formación espiritual y cultural, y hermanos, puestos al frente de la formación profesional. No se puede olvidar la labor realizada en este campo por fray Angel María Vizcay, que conoció el nacimiento de la escuela, y desde su taller de carpintería asistió luego al desarrollo de la misma, hasta su ocaso. Cuestión de una generación, en un tramo de doce a quince años. Parece que a la iniciativa no le faltó el calor de los religiosos, sobre todo, de quienes vivían en el convento de extramuros; ellos aceptaron su ubica ción en el convento, ya absorbido por otras instituciones. El grupo de «pos tulantes» ponía por su parte una nota de vida y de dinamismo en el ceno bio. A veces lo invadía todo, aunque de ordinario sus encargados supieron armonizar el culto, el estudio mañanero, el trabajo verspertino, el recreo, el descanso y la espontaneidad de los adolescentes. Repetimos que se trataba de dar solución a la escasez, pero al mismo tiempo se barajaban altas miras. Por ejemplo, orientar la existencia de muchachos sin estudios especiales, a los que no se podía enfrentar con la
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