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Texas 457 Texas es uno de los mayores estados de Norteamérica, con una extensión territorial bastante mayor que España y sus posesiones. La población es de doce millones de habitantes. La lengua oficial es el inglés. Pero existe un problema lingüístico importante. Los mejicanos, nacidos en Méjico, que han llegado a Texas de mayores, hablan casi exclusivamente el español; como también algunos, que habiendo nacido en Texas, o no fueron a la escuela o la abandonaron muy pronto. Hay también algunos que estudiaron en escuelas americanas, pero prefieren el español, sobre todo en la iglesia. Además de esta población, más o menos estable, existe en nuestras parroquias un grupo bastante considerable de mejicanos, llamados «Wet Backs» o espaldas mojadas o mojados, por haber pasado a nado ilegal­ mente el Río Grande, la frontera; muchos acuden a los servicios religiosos en nuestras iglesias. La situación de estos «turistas» es bastante precaria en todos los aspectos, ya que tienen que vivir en un estado de vida oculta por temor a los agentes de la inmigración. Muchos son casados, y tienen sus familias en Méjico. Existe todavía otro grupo, que no pertenece geográficamente a nues­ tras parroquias; sin embargo se llegan a las mismas por motivos de raza o cultura, y porque les gusta escuchar el español. La mayoría de los mejicanos siente la religión católica; son bautizados, pero la instrucción es superficial. En sus casas abundan las imágenes y cuadros religiosos, sobre todo de la Virgen de Guadalupe; en sus coches se ven pequeñas cruces y rosarios. Tienen interés en bautizar a sus hijos, confirmarlos y prepararlos para la primera comunión. Después, ya es otra historia. Abundan los matrimonios civiles y los divorcios, y bastantes cambian de religión, pasándose a los protestantes. En las grandes ciudades de Texas más del 92 % , y en las poblaciones rurales el 98 % son protestantes, o sin religión. Dominan la banca, el comercio, la agricultura y las oficinas del gobierno. Muchos protestantes dan los diezmos, el diez por ciento, a sus iglesias o hacen generosas dona­ ciones; gran parte de ese dinero se dedica a propaganda religiosa a través de todos los medios de comunicación social. Por otra parte, la mayoría de nuestros feligreses de habla española

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