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456 Capítulo V I I — Actividad en ultramar el seminarista por antonomasia, junto con D. Pedro Wang. Cuando toda­ vía estábamos allí, era muy perseguido por los comunistas; no hacía caso de sus prohibiciones de no salir a visitar a los cristianos en sus casas para confirmarlos en la fe en aquellas circunstancias difíciles. Se conoce que, después de nuestra expulsión, siguió tan valiente como siempre y en alguna circunstancia le habrían encerrado en prisión, y allí habría muerto. Como el cadáver estaba vestido, no se podía apreciar ninguna señal de torturas. Casi por el mismo tiempo recibió el Sr. obispo la noticia del mar­ tirio del último sacerdote indígena formado por nosotros y el único ordenado por nuestro Sr. obispo en 1951, D. Lucas Tchang. La carta era de un hermano suyo franciscano, que había salido de China por razón de los estudios antes de la ocupación comunista del continente chino y residía en Roma. No sabemos cómo se enteró del martirio de su hermano, pero en la carta revelaba una alegría profundísima de tener ciertamente un hermano mártir. Ultimamente nos hemos enterado por la prensa que de nuevo se ha recrudecido la persecución contra la religión católica y con las mismas armas que antes emplearon contra los misioneros extranjeros. Ahora la han emprendido sobre todo contra los sacerdotes indígenas, culpándoles de las matanzas de innumerables inocentes en los orfanatrofios católicos. Están desenterrando los cadáveres de los fallecidos, sobre todo en el sur de China. Sobre la llegada a España de los misioneros expulsados, reuniones celebradas y destino de los mismos se recogieron extensas noticias en el Boletín oficial de 1953-1954. G . TEXAS (USA) Iniciamos esta reseña con una aproximación global a este interesante campo de apostolado, a fin de comprender mejor la fisonomía del mismo.

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