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Pingliang 455 Rubio; unos días antes, el 25 de mayo del mismo año, había salido de Sifengchen el P. Bautista Erenchun. De Tsining el P. Alejandro Labaca, el 4 de febrero de 1953; el 11 de febrero de 1953 fue expulsado de Kingchow Fr. Alejo Otaegui; el 16 de agosto del mismo año de Cheng- yuen el P. Gerardo Villanueva, que al fin tuvo muchos líos y hasta se vio obligado a hacer una larga huelga de hambre, en la que cedieron los comunistas, entregándole el documento que les exigía como condición para cesar la huelga. Por lo visto se acordaron de la muerte de otro misionero en la cárcel de Lanchow y de las órdenes que, a consecuencia, emanaron de la autoridad suprema de Pekín de tratar bien a los encar celados extranjeros. El mismo día fue expulsado de Chengyuen su com pañero, el P. Vidal Donázar. Los últimos misioneros en salir de la misión fueron los de Kingyang y Sanshelipu el 31 de diciembre de 1953: los PP. Fernando Soloeta y Julián Barreneche, que opusieron una brava re sistencia a dejar su misión y como buenos arratianos fueron obligados a salir casi a empellones. 6. Ultimas noticias sobre la misión ¿Qué ha sido de nuestra querido Misión de Pingliang después que quedó sin ningún misionero europeo? En estos 22 años apenas tenemos noticias; directas, ninguna. Se conoce que el telón de bambú está más herméticamente cerrado que el de acero. A los pocos meses de haber sido expulsados de China todos o la mayoría de los misioneros extranjeros, Mao Tsetung convocó en Pekín a todos los jefes de las distintas religiones de China: católica, protestante, budista, taoísta, etc. En nuestra diócesis de Pingliang el Sr. obispo, al quedar impedido en su sede, había dejado nombrados como sucesores suyos a los sacerdotes indígenas D. Felipe Ma y D. Pedro Wang; fue este último el que acudió a la reunión. El primero o el segundo año después de nuestra llegada a la pro vincia el Sr. obispo recibió (no sabemos por qué camino) la fotografía del sacerdote católico de Pingliang D. Andrés Tchang después de muerto. Su cara estaba muy hinchada; no parecía haber muerto de muerte natural. Era un sacerdote muy fervoroso. Ya desde seminarista todos le llamaban
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