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450 Capítulo V I I — Actividad en ultramar sabemos por qué, al sacerdote chino D. Felipe Ma, que era el primer suce sor que había nombrado el Sr. obispo para cuando quedase impedido en su sede. Como las habitaciones de estos dos incomunicados estaban con tiguas, de noche, con las luces apagadas y cada uno con su puerta res pectiva abierta, se comunicaban impresiones sobre la situación. Pero pronto les descubrieron con un fogonazo de lámpara de mano que les dirigieron de lejos. Al día siguiente les encerraron en el seminario, uno en una esquina y otro en otra, dejándoles bajo la vigilancia y custodia de dos seminaristas, que se adhirieron a ellos. Casi por los mismos días incomunicaron también en su propia habi tación al director del dispensario católico, Fr. Francisco Aristu. También al superior regular de la misión, P. Jenaro Rubio, le hicieron trasladarse de Peishui a Pingliang y le encerraron en el seminario por algún tiempo. 2. Iniciación del proceso de Pingliang A fin de este mismo mes, los tres, el Sr. obispo, P. Pedro Bautista y Fr. Francisco fueron convocados a presencia de tres funcionarios comu nistas, que eran los encargados de instruir la causa criminal contra los tres. Les comunicaron que a partir de aquella hora quedaban hechos prisione ros y les leyeron las normas que estarían vigentes durante su prisión. Para ésta escogieron una casa de la misión que sólo tenía cuatro habitaciones comunicadas por un corredor. La que daba a la calle la reservaron para los guardias. La contigua dieron a Fr. Francisco, la siguiente al Sr. obispo y Ja última al P. Pedro Bautista. Precintaron las ventanas de arriba abajo y de lado a lado y cerraron las puertas y entregaron las llaves a los guardianes encargados de la custodia de los tres reos. En los 18 meses y días que duró la prisión las ventanas no se abrieron ni una sola vez; las puertas, al principio, sólo para las horas de las comidas y para las necesidades naturales con permiso cada vez y bajo vigilancia. No se permitía sacar los vasos de noche hasta las 4 de la tarde, después de la segunda comida del día. En seguida empezaron los interrogatorios a cualquier y hora, de día y de noche. Cuando los guardias les llamaban, les llevaban con bayoneta
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