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Pingliang 449 de diócesis residencial, hasta la carta de nuestra curia general, Roma, 9 de febrero de 1954, en la que se comunicaba la cesación de cargos de supe riores regulares, y con la que de hecho se ponía punto final a una de las páginas más heroicas escritas por nuestros religiosos. Todo está a punto para la reseña crítica; falta la persona, que reúna, ordene y escriba dicha historia. El propósito del misionero que escribe estas páginas es mucho más modesto, ya que así lo requiere también el carácter de este libro conme morativo. Se trata sólo de pergeñar el ocaso de la misión con sus con trastes más palpables, con sus luces y esperanzas, con sus sombras y an gustias. 1. Ocupación cíe la misión y prisión de los misioneros El 31 de julio de 1949 ocuparon los comunistas chinos todo el terri torio de nuestra misión sin disparar un tiro, en paseo fulgurante y triunfal. Desde principio de 1951 quedó limitada nuestra acción misionera en todas las estaciones misionales; en Kingchow, sobre todo, las molestias revistieron gravedad especial. Aprovecharon la muerte de una señora, que murió después de haber recibido una inyección que le puso Fr. Alejo Otaegui. Introdujeron el cadáver en la iglesia, de donde no permitieron sacarlo sino después de muchos días, en estado de putrefacción. A Fr. Alejo, como a un asesino, lo llevaron a la cárcel del pueblo, donde tuvo que permanecer entre los criminales vulgares hasta su expulsión de China el 11 de febrero de 1953. Mediado 1951, los empleados comunistas se incautaron de nuestro seminario menor de Pingliang, el cual quedó convertido automáticamente en seminario comunista. Al principio, el P. Pedro Bautista continuó, como de costumbre, sentándose en el confesonario durante los rezos vespertinos de los seminaristas. Pronto se enteraron de ello los jefes comunistas, debido sin duda a la notificación del primer seminarista, que se entregó a ellos, y cortaron por lo sano, incomunicándole en su propia habitación y prohibiéndole salir de ella para nada. A los pocos días incomunicaron también en su propia habitación, no
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