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Trienio 1957-1960 43 Al analizar una vez más esta institución de las reuniones de provinciales surgen muchos interrogantes respecto a su celebración, temario, resultados y eficacia. Por este motivo no analizamos otra reunión celebrada en Bar­ celona en octubre de 1959 y que estuvo presidida por el padre general. 4. Reuniones de superiores locales Bien por descargar responsabilidad, bien por gobernar con el criterio de más religiosos, las reuniones de superiores locales han jugado papel im­ portante en la historia reciente de la provincia. Tanto más importante, cuan­ to mayor confianza se depositaba en ellas y se proponían temas de en­ vergadura. En la de septiembre de 1957, a pocos meses de iniciado el trienio, se estudiaron tres ponencias: El superior y la comunidad, de cara al gobierno y al tratamiento de los súbditos; la corrección de los religiosos, en la que salta el problema de la culpa, en un último intento de mantenerla, rehabi­ litarla y potenciarla; y el superior frente a los padres y hermanos jóvenes.! Los datos que se barajaron en esta ponencia se insertan en un cambio so­ ciológico y religioso, en el dintel de una nueva era. Se denuncia la inde­ pendencia, el activismo, la desorientación al llegar a los primeros destinos. Se recomienda el cultivo del espíritu religioso franciscano, más que del sacerdotal, la creación del curso de pastoral para los clérigos y la organi­ zación de la formación y distribución de trabajo para los hermanos. Pa­ rece que toda esta reunión de superiores quedaba anclada en la tradición; la verdad era que iba abriendo salidas para problemas que todavía no recibían nombres propios, pero que presentaban fisonomía nueva. Anotamos otra reunión en otoño de 1959, que comentó una carta del padre general sobre la «comprobada castidad requerida a los jóvenes candi­ datos a la orden». Se hacía recaer en el confesor la responsabilidad de obligar a los candidatos, que flaqueasen en la guarda de la virtud y del voto, a abandonar la vida religiosa. Los superiores dedicaron seria aten­ ción a la formación espiritual de los hermanos y se imprimieron las «Ins­ trucciones a los hermanos», guiones varios para un ciclo de tres años. Ni dejó de escucharse una voz que saliese por los fueros de la cultura; se

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