BCCCAP00000000000000000000143

Filipinas 443 progresiva estabilización de la custodia. Así, mediado el trienio, la custo­ dia refleja una doble línea de acción. Se abordan antiguos problemas. Se plantea abiertamente el caso de las parroquias de Pangasinán que, «siendo de lengua distinta y careciendo la custodia de personal preparado para las más perentorias necesidades», no han podido recibir ningún padre en cerca de nueve años. Y se ataca también el problema de establecer la orden en Filipinas. «Problema di­ fícil y abocado a muchos sinsabores. Sin embargo, parece que se debe in­ tentar algo». Se tropieza con dificultades de edificio adecuado para semi­ nario y de personal suficiente. La conformidad prestada en la provincia a la línea emprendida afian­ za el camino abierto, al mismo tiempo que se empieza a dar una solución a los problemas entrevistos. En efecto, el día 24 de diciembre de 1956 llega a Manila, como visitador, el P. Florencio Rubio, primer definidor de la provincia. La visita oficial (28 dic. - 7 feb.) comprende el recorrido de las casas y el trato con los religiosos. Los días 21 y 22 de enero se ce­ lebra en la casa de Lourdes una asamblea general de la custodia presidida por el visitador. Se tiene una primera ponencia sobre las parroquias, deján­ dose ver que su situación es precaria, «ya que en su mayoría pertenecen al ordinario del lugar y no a la orden»; esto hace plantearse «crudamente el problema de la existencia de la custodia... ¿Qué rumbo tomar en esta encrucijada? El ponente propone varias soluciones, cuya clave es siempre no hacer descansar la existencia de la custodia sobre la arena movediza de las parroquias no entregadas iure pleno a la orden. No se descarta tam­ poco el traspaso de la custodia a capuchinos americanos». Una segunda po­ nencia trata de la educación, como medio de apostolado, indicándose que, además de su trascendencia apostólica, tiene ventajas de cara a las voca­ ciones y a la economía; la cuestión debatida, en el fondo, toca el sentido mismo de este ministerio para la custodia. Se estudia, en tercer lugar, el problema de Pangasinán: ¿se debe continuar, dadas las dificultades de lengua y personal? Todos parecen estar de acuerdo en no abandonar Pan­ gasinán, mientras no se tomen otras parroquias tagalas similares. Se abor­ da otro día el tema de la implantación de la orden, razón de ser de las custodias. Es curioso señalar que mientras el ponente cree en la posibili­ dad de abrir un seminario en Tagaytay, la discusión vuelve sobre el tras­ paso de la custodia a los capuchinos americanos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz