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440 Capítulo V II — Actividad en ultramar V . La v i d a c a p u c h i n a e n A g u a r i c o Los capuchinos, clérigos y no clérigos, han escrito y siguen escri­ biendo en Aguarico un capítulo de historia, parecido al que escribieron los misioneros de la colonización. Sin olvidar su fisonomía religiosa. Vi­ ven en contacto con el signo de renovación que pasa por la iglesia y por la orden. En alguna residencia se celebran misas de fraternidad con ho­ milía y oración en común dos veces por semana; en otras, una vez. Sor frecuentes las reuniones con misioneros próximos y de tiempo en tiempo se organizan convivencias generales para estudio de problemas, revisión de vida y diálogo fraterno. Se vive a diario la minoridad y pobreza; se ponen los bienes inmue­ bles en mano del prefecto apostólico y se contribuye con bienes de la orden a promocionar obras sociales, o culturales, por ejemplo el CICAME. Se organiza de forma comunitaria la liturgia de las horas y la eucaristía, con participación de religiosos, hermanos, religiosas y laicos. Son pequeñas, pero son asambleas del pueblo de Dios. Lo han podido comprobar todos los superiores de la orden, ya que han pasado por la misión el ministro general, P. Clementino de Vlissingen, los definidores generales, PP. Clovis y Lázaro y los ministros provinciales, Florencio Rubio, Ricardo Ezcurra, Miguel Juanicotena y Aurelio Laita. Este libro conmemorativo no puede dedicar más atención a la misión de Aguarico. Espera que entre todos los misioneros, que han gastado y gastan su vida en la selva, sabrán recoger los datos para la historia com­ pleta de dicha misión. Tiene para todos ellos un recuerdo fraterno, sobre todo para los dos hermanos, que pasaron al Padre desde la selva, los her­ manos Mariano de Azqueta y Gabriel de Echauri.

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