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42 Capítulo I — Cinco lustros escoger mar o montaña, Jaca o Fuenterrabía. Se insistió expresamente en que estas vacaciones no se convirtieran en una jira por todos los conventos. El peligro de chismorreo preocupaba mucho más que la visita de herman dad y el intercambio fraterno entre los religiosos. En dichas visitas aparecieron temas importantes y de nuevo cuño: así todo lo referente al empleo comunitario y personal de aparatos audiovisivos; tema tratado inicialmente en el definitorio general, e incluso en el capítulo general, en el provincial y en la reunión de superiores. La postura de la orden fue cerrada frente a los aparatos de radio, y mucho más frente a la incipiente televisión. Se resolvió también afirmativamente el problema del nombre adoptado en religión, rechazando el nombre de familia. So luciones tradicionales que se mantendrían con dificultad en los años su cesivos. También aparecerían en dichas visitas los temas litúrgicos, referentes a la interrupción de la misa para predicar la homilía. Detalle al parecer sin importancia, pero que preocupó porque alargaba el culto diez minutos. Todavía se recuerda a algunos hermanos sacristanes blandiendo la cam panilla, cuando el celebrante traspasaba ese espacio de tiempo. No será difícil encontrar ordenaciones de visita, obligando alos religiosos a salir al altar con la cabeza cubierta con el amito, y a no retirarse sin haber re citado las preces leoninas, después de las misas. Los superiores urgían el cumplimiento de las leyes; los religiosos más lanzados descuidaban tales rúbricas. Es el tiempo, también, en que la oración comunitaria de la mañana comienza por los laudes, que son eliminados de la media noche, y se termina con el rezo de las completas, a las que no se encuentra tiempo adecuado. Por el gobierno definitorial van pasando cuestiones importantes, que señalan la ruta del trienio. Se celebraron 23 reuniones, número algo menor que el conocido en los dos trienios anteriores, pero muy superior a los que se celebraban en la década de los cuarenta. Lostemas más importantes irán apareciendo a lo largo de esta reseña. Dentro de este capítulo cabe también la actividad de los provinciales de España; así la reunión celebrada en Madrid en octubre de 1958, en la que se urgió la prohibición de las cámaras fotográficas, el tuteo entre los re ligiosos y la organización de peregrinaciones femeninas, miradas desde Roma con indudable predisposición.
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