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432 Capítulo V il — Actividad en ultramar dor, en la prefectura apostólica de Aguarico. Esta misión polariza la vocación estrictamente misionera de la provincia, y no puede estar ausen­ te de este libro conmemorativo. En síntesis, buscando sólo los aspectos esenciales, pero con admiración, que no margine la serenidad y la his­ toria. I . O r ig e n y d e s a r r o l l o d e l a m is ió n La prefectura de Aguarico fue erigida por Pío x i i el 16 de noviem­ bre de 1953, separándola del vicariato de Ñapo y entregándola a los capuchinos. Los superiores de la custodia, PP. Ruperto de Arizaleta y Miguel Aranguren, recorrieron todo el territorio antes de aceptar el com­ promiso para nuestra provincia. Estudiado en Roma el informe, y acepta­ da en principio dicha misión, fueron destinados con obediencia del pa­ dre general, Benigno de Sant’Hario Milanese, los PP. Miguel Arangu­ ren, Angel Pérez, Marino Goicoechea, Martín Mújica, Higinio Gamboa y el hermano Cristóbal Azpíroz. El P. Marino fue sometido a una ope­ ración quirúrgica y no pudo entrar en la misión. La misión llegaba en un momento propicio. La provincia veía caer el telón de bambú sobre la misión de Pingliang y acogía el regreso de los misioneros de China; desterrados, pero no vencidos. Ellos y cuan­ tos religiosos vivían en carne viva el capítulo doce de la regla seráfica necesitaban un campo para sus aspiraciones apostólicas. Misión viva, con peligro de mar, de ríos, de bosques, de pueblos diferentes, con panora­ ma de sacrificio y de martirio. El impulso misionero seglar, creado en torno a nuestros conventos en forma de roperos, de ayudas y de simpa­ tía, encontraría un cauce de pura colaboración. La orden, recién asenta­ da y remozada en Ecuador, necesitaba dicha misión de cara a la opinión y al gobierno de la nación. Misión y custodia llegarían con el tiempo a sentir algunas interferencias; pero ante la nación y en el fondo del sen­ timiento de todos los hermanos, se complementaban, se enriquecían es­ piritualmente y se respaldaban mutuamente.