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Fraternidad seglar franciscana 375 dio paso en 1963 a la acción misionera franciscana, que ha venido realizando desde entonces una gran labor en favor de nuestras misiones; incluso ha dado algunas vocaciones, tanto para dicho instituto franciscano cuanto para otras congregaciones religiosas de carácter marcadamente misional. Con res­ pecto a la formación, los asistentes han procurado que la reunión mensual sea más honda y fructífera. En la actualidad se le ha dado un doble carácter: convivencia espiritual en la iglesia (celebraciones de la palabra, marcada­ mente franciscanas, eucaristía, liturgia de las horas...) y convivencia fra­ ternal en el salón (puesta en común del trabajo realizado durante el mes por los diversos grupos de estudio). Podríamos distinguir en esta herman­ dad tres sectores: el de ancianos o enfermos, que han sido activos y muy fieles a sus compromisos; el de los distanciados, que se han desentendido de toda vida fraterna comunitaria y de toda actividad; el de aquellos que hoy están empeñados en la renovación postconciliar, siguiendo las direc­ trices de los asistentes espirituales y de sus propias iniciativas. 8 . Rentería La fraternidad seglar data de 1881, como consta en el libro de vesticio- nes y profesiones. Antes de que se asentaran en la ciudad los capuchinos de la provincia era atendida por la comunidad de Fuenterrabía. De hecho, la fraternidad abarca las poblaciones de Rentería, Lezo y Oyarzun. En la actualidad se compone de 183 hermanos, 51 hombres y 132 mujeres; en gran mayoría, de edad avanzada. Dedican atención esmerada a la vida fa­ miliar, hacen oración, visitan a los enfermos y ayudan económicamente a los hermanos necesitados. Asisten a la reunión mensual eucarística unos setenta, reduciéndose a unos treinta y cinco los que tornan a la tarde, para la instrucción. Se han ensayado varios intentos de renovación: misas espe­ ciales para ellos, vísperas en lengua vulgar...; pero con escasos resultados. Resulta difícil el diálogo, considerada la edad y la idiosincrasia propia de estas buenas gentes, que viven en caseríos... E llo explica que no tengan inquietudes mayores y que los cambios de los tiempos y hasta las nuevas orientaciones pastorales a veces más les perjudican que benefician. Hay, con todo, un pequeño grupo que se reúne semanalmente, deseoso de ponerse eclesiásticamente al día.

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