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366 Capítulo V — Actividad apostólica 3. Cambios y nuevas tareas en la TOF A lo largo de estos veinticinco años ha cambiado de forma notoria la fisonomía y el estilo de la orden tercera también en nuestra provincia. A ello ha contribuido el paso reciente del concilio, los nuevos planteamien tos pastorales del postconcilio y la peculiar sensibilidad del hombre actual. La terminología y denominaciones tradicionales en la orden tercera han dado paso a otras más significativas y expresivas de lo que se pide hoy a la tercera orden. A modo de ejemplo: tercera orden franciscana (TO F ), fraternidad seglar franciscana, fraternidad, hermanos, fanciscanos seglares, asistente espiritual, período de iniciación, compromiso de vida evangélica, consejo zonal, diocesano... La fisonomía exterior de los hermanos es también diferente. Hoy el terciario no luce, como en tiempos, el cordón blanco y el espectacular escapulario encima de su traje. Su único distintivo exterior es una peque ña insignia en la solapa con la thau franciscana. También son nuevos, más ricos y expresivos, los ritos litúrgicos en los que los hermanos comprometen su vida, temporal o definitivamente. La evolución principal, sin embargo, se ha dado en el modo de ser entendido y vivido por los hermanos de la misma institución. Puede afir marse sin exageración que aquel movimiento seglar que san Francisco ideó como escuela de penitencia o de conversión al evangelio, había ido perdiendo vigor y nitidez a través de los tiempos, hasta degenerar en una mera cofradía religiosa, con su típico montaje de funciones, procesiones, estandartes e indulgencias. A raíz del aggiornamento urgido por el Vaticano I I también para esta clase de movimientos, la orden tercera inició hace algunos años un es fuerzo grande a todos los niveles, para identificar su fisonomía originaria y presentarse de nuevo ante el mundo con aquella riqueza renovadora que san Francisco le imprimió para la restauración de la iglesia y de la sociedad. Es decir, se trata de redescubrir la propia vocación seglar franciscana. Y ello, a través sobre todo de dos tareas simultaneadas: la reflexión y la vivencia, la formación y la vida. Para lograr este empeño, resultaba insuficiente la plática mensual pia
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