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Ministerio parroquial — Fuenterrabia 343 blación, más o menos, es vasca y está compuesta por matrimonios muy jóvenes, que ven con pena que sus hijos tienen que salir del barrio todos los días a la escuela o colegio, porque no existe ningún centro escolar en la demarcación parroquial. 2. Pastoral parroquial Dada la dispersión de la feligresía, los días festivos se dice misa en dos capillas: Santiagucho y Montserrat. La parroquia organiza las fiestas del barrio, para estimular un conocimiento mayor entre todos los feligreses. Los resultados, hasta el momento, han sido positivos. El despacho parro­ quial es muy poco frecuentado, por el escaso contingente de parroquianos, lo que obliga a los sacerdotes a visitar frecuentemente las familias. La ca­ tcquesis infantil se imparte los sábados y domingos; a ella acude la ma­ yoría de los niños de la parroquia. La dan catorce catequistas por grupos diferenciados de edad. Los días festivos tienen misa en el centro; no, en la iglesia. Los adolescentes forman un club con centro propio y se dedican principalmente al montañismo. El número de jóvenes que se reúnen en el centro, tanto para las charlas como para la misa propia para ellos, oscila entre los treinta y cuarenta. Y tienen como finalidad el crear grupos de reflexión que inciden en la vida de la parroquia y en la vida pública de la zona; lo realizan a través del compromiso personal. La pastoral de adul­ tos se encauza por medio de la orden tercera, ya que no existen otras asociaciones o movimientos apostólicos para mayores. 3. Problemática parroquial El primer problema nace de la pequeñez y dispersión de la feligresía. No se cuenta con animadores seglares. Se cree que para dar vida a esta parroquia sería bueno seguir con el proyecto de construcción de viviendas en la huerta conventual. La parroquia está dividida por la carretara, de­ jando aisladas a unas quinientas personas, que prefieren acudir a otras iglesias antes que cruzar tan peligroso lugar. Es mínimo el espíritu de