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Ministerio parroquial — Alza 337 hecho, se fueron aceptando parroquias en muchos países y en los medios sociales más diversos. Unas veces a ruego de los obispos, otras a raíz de orientaciones de la iglesia. El concilio vaticano I I y la exhortación diri­ gida por Pablo VI a los capitulares han sido motivos decisivos para supe­ rar la barrera de la tradición. Se han esgrimido muchas razones para conso­ lidar el hecho: la disminución de sacerdotes seculares, exigencias de apos­ tolado, tendencia de religiosos jóvenes que han visto en el ministerio parroquial mayor fijeza, salvando así la contingencia de atender al trabajo que depare cada día. Los superiores mayores han insistido en que no se acepten tantas parroquias que ahoguen nuestro ministerio específico. Sin embargo, a partir de 1966 el hecho parroquial se consolida y entra incluso en la legis­ lación. Se llega a proponer un documento de aceptación de parroquias, que debe ser cumplimentado antes de hacerse cargo de las mismas. Nuestra provincia, después de una relativa resistencia, ha aceptado tan a fondo el ministerio parroquial que siete de nuestras iglesias con­ ventuales realizan labores parroquiales, y tres fraternidades nuevas tienen confiado ese mismo ministerio. El capítulo provincial extraordinario es­ tudió la realidad; aunque seguramente no se han llevado aquellos acuerdos a sus últimas consecuencias. En todo caso la reseña individualizada de este hecho parroquial cae de lleno en la realidad pastoral de estos 25 años. I. A lza El 14 de enero de 1966 la junta rectora de la cooperativa Los Boscos, con sede social en el Paseo de Colón de San Sebastián, presenta una instan­ cia al señor obispo de la diócesis solicitando la autorización que permita a la orden capuchina hacerse cargo de la iglesia y de las obras sociales que la cooperativa realiza en el término de Buenavista, en Alza. Este es el principio de una nueva fundación parroquial que se vislum­ braba prometedora. No ha sido así. La buena voluntad de un principio que