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Ministerio de la palabra — Emigrantes 335 ellos consideraban fascista e ilegal. Por otro lado el consulado temía la acción de aquellos grupos organizados y debía vigilar sus movimientos, sobre todo el influjo que podían ejercer a través de la casa de España, cv.y.n actividades controlaban totalmente los grupos comunistas. En la colonia se daba también una clara aversión a la iglesia española. La iglesia era considerada como una potencia económica, aliada del gobierno y los curas unos hipócritas y unos viciosos. En este ambiente, la postura de los capellanes no resultaba nada cómoda. Los emigrantes creían que eran emi­ sarios del gobierno, espléndidamente pagados por el estado. Los medios de apostolado que escogieron, fueron los siguientes: a) La presencia. Donde estaban los españoles tenía que estar el ca­ pellán. La presencia de los dos religiosos en la casa de España era constan­ te y visitaban también los bares a los que tenían costumbre de acudir los españoles. b) La visita domiciliaria que servía para un conocimiento pastoral y una aproximación humana. Junto con la visita domiciliaria los capellanes visitaban a todos los enfermos en los hospitales y en sus casas. c) El trabajo manual. El P. Miguel Lizarraga, que sustituyó al padre Lucio Aranguren, trabajó como obrero en una fábrica. El P. Javier Azcona trabajó durante algún tiempo en un comercio y después en una fábrica de maletas. En el espacio de tiempo que comprende esta segunda fase, el P. José Balenciaga y después el P. Gregorio Ballona atendieron a los emigrantes en la zona de Metz. Los superiores de la provincia tuvieron desde un principio la idea de reunir a todos los capellanes, formando una pequeña fraternidad. Pero no se logró este objetivo, debido a numerosas dificultades, entre las que hay que destacar la imposibilidad de reestructurar pastoral­ mente una zona donde tuviesen cabida los tres religiosos de la emigración. Esto significaba un movimiento de capellanes, que no es siempre fácil, sobre todo cuando, después de muchos sacrificios, se ha cogido un ritmo al trabajo, se ha conocido a las familias y se ha comenzado una labor más sólida. La primera fraternidad de emigrantes. En septiembre de 1972 se logró formar la primera fraternidad de emigrantes, con sede en Roubaix, en el norte de Francia. La fraternidad estaba integrada por los PP. Javier

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