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296 Capítulo IV — Casas de formación contemplativa de la vida está muy oculta y queda, casi sin verse, muy muy en lo hondo, ha surgido con tremendo empuje el sentido de solidaridad con el hombre trabajador. El estudiante de Pamplona no concibe su exis­ tencia sino enredada con el conflicto laboral que condiciona nuestro ritmo académico. Solidaridad con el hombre es, con palabras o sin palabras, el slogan de una nueva teología y de una nueva educación. Por aquí van nuestros estudiantes. El futuro... está en manos de Dios, o mejor, Dios lo pone en nuestras manos. V II. L a FORMACION DE LOS HERMANOS En el tema de la formación de los hermanos — por simplicidad de len­ guaje llamamos así a los hermanos no clérigos— dos puntos ocupan nues­ tra atención: el seminario para hermanos, creación que llegó a ser reali­ dad unos años entre nosotros; y la formación de los hermanos profesos. E scuela profesional de hermanos capuch inos (1957-1971) Estamos ante una institución nueva en la provincia, que, en el período que historiamos, conoce su principio y contempla su ocaso. Una necesidad no sentida hasta entonces se va notando en la vida de las comunidades hacia 1955: la escasez de hermanos y la mejor preparación religiosa, cultural y profesional de los mismos. El declive de la vida cris­ tiana tradicional, que por aquellos años se inicia, la transformación del elemento agrícola en industrial, la elevación del bienestar material, con el cambio de mentalidad que ello comporta, explican, tal vez, el desfonde vocacional. Para solucionar el problema, el recientemente elegido superior pro­ vincial, P. Florencio Rubio, en su primera carta pastoral anuncia, en 1957, la creación de la Escuela profesional para hermanos capuchinos, cuya fina

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