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Trienio 1954-1957 27 1 . Capítulo provincial de 1.954 No tuvo una preparación especial, distinta de la acostumbrada y pres­ crita por nuestras leyes. Los conventos eligieron sus discretos capitulares, tantos como guardianes de conventos. Doce guardianes y doce discretos. El resto, hasta 39 capitulares, se cubriría por razón personal o de cargo. Presidió de nuevo el capítulo el P. Pascual de Pamplona, definidor ge­ neral. Dirigiendo su palabra a los reunidos el día 12 de julio en Lecároz, les recordaría los principios para conseguir una elección acertada, y haría hincapié «en la necesidad de no perder de vista las normas de los superiores generales concernientes a las formas modernas de apostolado, ya que existe un serio peligro de interpretar torcidamente la adaptación a las exigencias actuales, de que tanto se habla». La sección electiva del día 13 arrojó los siguientes resultados: P. Ri­ cardo Ezcurra, 52 años, primer definidor, al primer escrutinio con 20 votos. Los escrutadores revisaron su cédula para comprobar si se había votado a sí mismo. P. Florencio Rubio, 44 años, definidor segundo, al pri­ mer escrutinio con 31 votos. P. Isidro Arbizu, 50 años, tercer definidor, al primer escrutinio con 21 votos; P. Venancio Ros, 55 años, cuarto defi­ nidor, al tercer escrutinio con 21 votos. Luego pasó el Capítulo a la elec­ ción de ministro provincial. Resultó elegido el P. Ricardo Ezcurra, al primer escrutinio con 21 votos. Y para último definidor fue elegido el P. Marcelino de Tolosa, 54 años, al segundo escrutinio con 22 votos. Un equipo con una media de 51 años de edad. Se puede consignar que apareció en el capítulo un grupo más joven que iba pidiendo entrada en las tareas de gobierno. En el equipo elegido, dos religiosos provenían de nuestra casas de formación, padres Ezcurra y Arbizu; dos, del ministerio, padres Rubio y Ros y uno del colegio de Lecároz. El capítulo no estudióningún tema especial. Losnuevos superiores escucharon las propuestas comunes o personales, que llevaban losdis­ cretos; era la vía ordinaria para que los religiosos hiciesen llegar a los nuevos superiores sus peticiones. Y a continuación, se dedicaron febril­ mente a la formación de las familias conventuales, acto importante para la iniciación del gobierno. Entonces regían otros principios en cuestión de obediencia, persona humana, inclinaciones personales, necesidades obje­ tivas de los conventos y proyección ministerial. Recibir una obediencia

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